Algo que es claro es que el deporte es gratificante, te hace sentir mejor, ganar confianza en ti misma y, en general, tiene un efecto muy positivo en tu salud y en tu autoestima.
La problemática radica en que demasiadas ocasiones unos malos hábitos alimenticios echan al trasto la parte de ese trabajo y esfuerzo no se aprovechen tanto como se debería.
DESAYUNO
Sabes que el desayuno es importantísimo y es probable que, por la prisa que llevamos desde primera hora, te lo saltes o acabes comiendo cualquier cosa. Esto es un error.
Necesitas hacer una comida ligera y saludable rica en fibra, proteína, vitaminas y algo de glucosa que te ayude a mantener el nivel energético durante todo el día. Resulta especialmente importante cuando vas a entrenar después.
Bayas, cereales en muesli o porridge, algo de fruta (el plátano resulta muy apropiado) y, si eres de las que necesitan un café con leche, será mejor que te lo sirvas con leche vegetal.
Del tiempo que vaya a pasar entre el desayuno y el entrenamiento dependerá la cantidad de comida que es recomendable ingerir. Es importante que dejes pasar una media hora entre el entrenamiento y el desayuno.
ALMUERZO
Procura que tu dieta fitness sea saludable, pero también variada. Esto hará que corras un menor riesgo de “aburrirte” así que no te frustrarás y será más difícil que caigas en la tentación de comer alimentos que no te ayudan.
Dependerá de si estás en una fase de pérdida de peso o aumento de musculación y de tu forma física actual, pero en cualquier caso hay determinados alimentos que no pueden faltar en tu dieta:
● Carnes magras como el pollo o el pavo.
● Algo de ternera.
● Merluza y otros pescados, especialmente azules. El salmón es muy apropiado.
● Cereales integrales.
● Vegetales y hortalizas de todo tipo: brócoli, judías verdes, cebolla, pimiento, zanahoria…
● Fruta y fibra
Cocina todo ello con las mínimas grasas posibles.
CENA
Cenar ligero es siempre un buen consejo para todo el mundo, pero más aún en una dieta fitness para mujer. Calcula que el aporte calórico de esta comida no debe ser mayor de un 25% del total diario. Esto no quiere decir que no cenes, obviamente, porque saltarse comidas hace que el metabolismo se ralentice y, por lo tanto, se dificulta la tarea de perder peso.
Prepárate vegetales, pescado, carne de ave, huevo. Tienes que apostar por la variedad, así que no solo vas a tomarte una pechuga de pollo a la plancha con ensalada: en realidad puedes sacarle más partido a tu despensa. Guisantes, judías verdes, salmón como fuente de omega 3, una crema de calabaza, setas, berenjena.
OTRAS COMIDAS
El día se hace muy largo, con lo que es posible que necesites comer algo fuera de las 3 comidas principales (incluso puede ser recomendable hacerlo).
Huye de aperitivos industriales, bollería procesada y cosas por el estilo. Existen pocos snacks más saludables que una pieza de fruta o alguna hortaliza cruda como las zanahorias. También puedes tomar un puñado de nueces que, al igual que el salmón, van cargadas de omega 3.
Después de entrenar, es recomendable comer algo para recargar las reservas de glucógeno. No tiene que ser una merienda o una comida extra, más bien un pequeño bocado, un zumo de frutas… proteínas y carbohidratos que ronden las 100 kcal. Se suele hablar de una ventana metabólica de 30 minutos, ese es el periodo idóneo para una comida post-entrenamiento.
FUENTE: Intersport.es
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