Salir a correr una vez a la semana trae innumerables beneficios a nuestra salud cardiovascular. El corazón responde al esfuerzo que implica correr aumentando la cantidad de sangre que circula por el organismo.
Para mejorar su respuesta, el corazón se adapta aumentando su tamaño: las cavidades cardiacas se dilatan y aumenta ligeramente el grosor de las paredes musculares. También mejora la capacidad de este órgano para llenarse de sangre, succionando la que le llega a través del sistema venoso. El resultado es que, con estas adaptaciones, será capaz de bombear más sangre en cada latido.
Por otra parte, en el sistema vascular aumenta el calibre de arterias y capilares, lo que tiene mucha importancia en la circulación de los pulmones y en los músculos.
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También mejora el sistema vascular coronario (las arterias que llevan la sangre específicamente al corazón), además del flujo y la perfusión coronarias. Junto a todo lo anterior, la práctica frecuente de una actividad física intensa como correr mejora el funcionamiento de las propias células musculares, el aparato respiratorio y el funcionamiento de todos los órganos y sistemas en general.
Otros beneficios
Además de todo lo anterior, correr, al igual que cualquier otra actividad aeróbica que practiquemos con frecuencia, nos ayuda a mantener alejados los principales factores de riesgo cardiovascular. Tanto la obesidad como la hipertensión, la diabetes o niveles altos de colesterol pueden mantenerse a raya más fácilmente si practicamos deportes aeróbicos periódicamente. Incluso contribuyen a reducir el estrés emocional, que si se mantiene en el tiempo también puede causarnos problemas.
Pero, ¿cuánto tiempo necesitamos correr, o practicar otro deporte similar, semanalmente para obtener todos estos beneficios? La respuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que deberíamos practicar como mínimo 150 minutos semanales de actividad física aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos de actividad intensa.
Fuente: Fundación Española del Corazón
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