Con el paso de los años, caminar puede volverse una actividad más costosa. Los pasos son menos estables y el riesgo de caerse aumenta notablemente.
Este momento llega cada vez más tarde. Con el aumento de la esperanza de vida y una tendencia general hacia estilos de vida más saludables, estas alteraciones en la marcha no son frecuentes por debajo de los 70 años. Se trata de un fenómeno normal, ya que es un momento de la vida en el que los músculos se van deteriorando y la coordinación es más complicada.
Sin embargo, la alteración en la marcha es un término muy general que aglutina un gran número de fenómenos. Caminar con dificultad es algo normal y no significa que haya ninguna enfermedad detrás de la pérdida de agilidad o de una caída puntual.
El problema aparece cuando los tropiezos y caídas se convierten en algo recurrente. Ante esta situación, sí debemos sospechar que podría existir una patología que cause problemas motrices. Si una persona se cae varias veces en un corto periodo de tiempo y levantar los pies del suelo para caminar resulta difícil, hay motivos para preocuparse.
El párkinson, la enfermedad más frecuente
Cuando se sospecha que la pérdida de estabilidad y movilidad se debe a una enfermedad y no a un proceso de envejecimiento normal, conviene consultar a un especialista. Este podrá realizar las pruebas necesarias para comprobar si existe algún problema o si es necesario iniciar algún tratamiento.
En general, el párkinson es la patología más frecuente en lo que respecta a este particular. También existen otras alteraciones, agrupadas bajo el término paraguas de “parkinsonismos”. La esclerosis múltiple, los ictus o los problemas de visión también pueden afectar al caminar.
Caminar despacio es normal entre las personas mayores. No obstante, hay algunos signos que pueden asociarse a estas enfermedades. Por ejemplo, una persona que ha sufrido un ictus podría arrastrar una pierna. En el caso del párkinson, el elemento diferenciador es que tienden a dar pasos muy cortos e irse hacia delante.
Cómo prevenir y tratar este problema
Lo que los expertos recomiendan con vistas a prevenir estos problemas y retrasar lo máximo posible su aparición es hacer ejercicio con frecuencia. Lo ideal es ir más allá del paseo y combinar ejercicios aeróbicos, como correr o montar en bicicleta, con otros de fuerza. Establecer esta rutina de 40 minutos o una hora varios días a la semana es una buena manera de mantenerse en forma y mejorar la fuerza y estabilidad.
Si se manifiestan los síntomas indicados y se sospecha que puede haber una patología detrás, será necesario acudir a un profesional de neurología que pueda analizar el funcionamiento del cerebro y el estado físico del paciente.
En el caso del párkinson, existen pruebas fiables para medir la dopamina del cerebro. Si el problema se vincula a esta enfermedad, se actúa sobre este neurotransmisor. Si se detecta que es un problema cardiovascular, también se recetan fármacos que incidan sobre el riego sanguíneo.
Estos diferentes tipos de enfermedades tienen en común la importancia de la rehabilitación. No obstante, los expertos denuncian que existe demasiada demanda y que el sistema de salud no consigue ofrecer este servicio a todo el mundo de forma continuada.
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