A estas alturas todos hemos escuchado en varias ocasiones, desde que empezamos a tomar medidas para evitar los contagios de Covid-19, sobre lo importante que es mantener una rutina.
El problema es que poco sabemos de las razones por las que se ha vuelto primordial este punto y cómo se relaciona con nuestra Salud Mental, pero a continuación voy a explicarte varios detalles que serán suficiente para que esto de “tener una rutina” no solo empiece a tener sentido, sino que, además, puedas darte cuenta cómo puede ser de ayuda para muchos de los problemas o necesidades que se te plantean en estos días.
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Partamos de situaciones puntuales: varios se quejan con bastante frecuencia de lo difícil que está siendo conciliar el sueño, lograr dormir de corrido; se despiertan y están igual o más cansados que ayer, no tienen hambre o solo pasan con hambre, su energía así como humor parecen montaña rusa, se sienten terriblemente desmotivados, además oscilan entre pasar todo el día trabajando o terminar el día con la sensación de haber desperdiciado todas las horas en cosas totalmente improductivas. Todo esto se debe a la falta de rutina, que al final se traslada en falta de “estructura”.
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Empecemos por el mejor lugar… el principio.
Nuestro cerebro durante el día va leyendo en que momento estamos, esto lo hace en base a ciertas señales que vamos detectando, muchas de ellas de forma inconsciente, y que consisten en cambios físicos, mentales, conductuales, ambientales, que permiten que nuestro llevemos una noción del transcurso del día.
Muchas de esas señales, antes de toda esta situación, dependían de factores internos como nuestras rutinas autoimpuestas que iban desde la taza de café, nuestra rutina de ejercicio, leer noticias en la mañana; pasando por factores externos como el tráfico para el trabajo, llegar a la oficina, las rutas que recorríamos; y por último factores que dependían del ambiente como luz, temperatura, entre otros.
Ahora muchas de esas señales han desparecido; no tenemos ni siquiera la misma exposición diaria a los factores ambientales, para la mayoría los factores externos desaparecieron y nos quedaron solo las rutinas autoimpuestas.
Todo esto que les acabo de mencionar es lo que conocemos como ritmo circadiano, que entre otras cosas se relaciona con nuestro ciclo de sueño, no solo para que nos dé sueño a tal o cual hora, sino para que seamos capaces de llegar a tener la calidad de sueño que necesitamos, que es precisamente la que nos permite que nuestro descanso sea reparador.
El ritmo circadiano también afecta nuestro apetito, esta misma falta de estructura que permite que nuestro cerebro lleve cuentas del día, nos deja sin saber cuándo comimos, que empecemos a experimentar apetito o saciedad.
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Te sigo contando más al respecto en la segunda parte de este artículo, la próxima semana… ¡Mantente pendiente de cómo debes solucionar estas alteraciones!
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Fuente:
Lic. Dina Semsch
Psicóloga
@Dinasemschpsicologa
dsemsch@gmail.com