Sexualidad

¿Estrés y frecuencia de masturbación van de la mano?

domingo 22, agosto 2021 - 12:00 am

A mayores niveles de estrés, ¿más frecuencia de masturbación? O, por el contrario, ¿sufrir un estrés elevado puede causar un bloqueo que provoque el rechazo o la inapetencia de las relaciones sexuales y también de la masturbación?

"La sexualidad, como cualquiera de sus expresiones, tiene tres funciones fundamentales, las cuales no tienen porqué estar presentes constantemente. Por un lado, existe la función biológica, cuya finalidad es la reproducción y la perpetuación de la especie. Por otro, la búsqueda de placer y bienestar, creando así la función psicológica. Y por último, la función social, es decir, los vínculos que se crean al compartir esa sexualidad”, dice Silvia Cintrano, sexóloga y directora de la Unidad de Terapia de Pareja de Instituto Centta.

Sin embargo, comenta que “en ocasiones se puede hacer un ‘mal uso’ de la sexualidad; esto es, no buscar un bienestar por el bienestar en sí, sino encontrar una vía de escape para el malestar, como puede ser el estrés. Implica una evitación de aquellas emociones que resultan más incómodas y menos agradables, provocando además una sensación placentera aunque sea temporalmente”.

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Por tanto, para aquellas personas que le otorgan esa función a la sexualidad, un nivel elevado de estrés sí les llevaría a masturbarse más. No obstante, Cintrano afirma que, “en la mayoría de los casos, el estrés supone un estado de alarma, el cual se sostiene por una activación del sistema nervioso simpático. Esta activación es incompatible con la activación del sistema nervioso parasimpático, necesario para aquellas actividades que supongan relajación (comer, dormir, ejercicio no competitivo, relaciones sexuales, etc.). Por ello, en épocas más estresantes existe un descenso del deseo y el interés por la sexualidad, puesto que se priorizará la situación de alerta”.

¿Masturbarse como método para relajarse?

Según la sexóloga, “en periodos de tiempo en los que se está sufriendo mucho estrés, practicar la masturbación podría ayudar a la relajación, pero se puede caer en limitar dicha práctica a una función poco adaptativa, responsable y sana para uno mismo. Lo ideal sería buscar otras maneras de gestionar aquello que produce el estrés; es decir, gestionar la emoción desagradable y no caer en evitaciones, ya que el efecto de la sensación placentera es relativamente breve tras la masturbación, y volverá la emoción no gestionada. Existen muchas otras formas de relajarse, cuya finalidad expresa es esa”.

La masturbación en la pandemia

¿Durante la pandemia de coronavirus ha aumentado la frecuencia de la masturbación? “Para las personas que previamente a la pandemia habían aprendido a ‘(mal)gestionar’ sus dificultades con las emociones menos agradables, el confinamiento ha supuesto un problema añadido y una situación límite, por lo que siguieron usando herramientas como la masturbación frecuente. Sin embargo, en la mayor parte de la población ha supuesto un descenso del deseo, ya sea por falta de intimidad, problemas de convivencia o incertidumbre sobre la salud, el trabajo, etcétera”, sostiene Cintrano.

La sexóloga de Instituto Centta afirma que no tiene datos objetivos sobre si se ha incrementado más la frecuencia de masturbación en los hombres o en las mujeres, “aunque el tema de la masturbación compulsiva o el mal uso de la misma suele ser una demanda en consulta más frecuente en ellos que en ellas”.

La masturbación en la adolescencia y en la mujer

La adolescencia supone para todo el mundo un despertar sexual por el impacto de las hormonas. Es una época compleja, con desajustes hormonales, estímulos eróticos presentes de forma continuada, y un desarrollo psicológico en el que empiezan a aprender a comportarse como adultos. Supone una base perfecta para que los más jóvenes empiecen a explorar de esta manera su sexualidad, a través de prácticas y estímulos novedosos, mucho más potentes que los ya habituados.

Cintrano expone que “aunque no hay ninguna base biológica que indique que los hombres tienen más deseo que las mujeres, la sociedad sigue atribuyendo una diferencia entre lo que es esperable de un hombre o de una mujer simplemente por su biología. Dado que estas enseñanzas sociales están muy arraigadas en el pensamiento colectivo, sigue habiendo una mentalidad en la que los hombres sí pueden darse permiso para masturbarse en la adolescencia porque ‘viene dado por su naturaleza’, y continúa habiendo un estigma con respecto a la masturbación femenina”.

En edades más tempranas, como en la adolescencia, se sigue cayendo en estereotipos y roles de género en el que las mujeres no deben realizar dicha práctica por ser vicioso, vergonzoso o simplemente ‘no ser necesario’ porque, supuestamente, no tienen el mismo deseo que los hombres. Sin embargo, la sexóloga destaca que “vamos avanzando como sociedad y en edades más adultas se va naturalizando este tipo de prácticas gracias a la revolución que ha supuesto, entre otras cosas, una mentalidad general más abierta en la que la sexualidad no es un tabú, el consumo más frecuente de una literatura o filmografía con contenido sexual adaptada a otro tipo de gustos eróticos o el uso de diferentes juguetes eróticos”.



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