Un fenómeno inquietante está pasando. Los casos de cáncer colorrectal están disminuyendo en las personas mayores, pero disparándose globalmente en los menores de 50 años. La incidencia ha aumentado a un “alarmante” ritmo de alrededor del 3% cada año en muchos países, con incrementos incluso más rápidos en los menores de 30 años, según advierten dos de los mayores especialistas del mundo, Kimmie Ng y Marios Giannakis, del Instituto Oncológico Dana-Farber, en Boston (Estados Unidos). Las causas de este enigmático proceso se intuyen, pero se desconocen.
La oncóloga Kimmie Ng cuenta que lo percibe cada día en su hospital. “Llevamos muchos años viendo a cada vez más pacientes, muy jóvenes, que ingresan con cáncer colorrectal ya con metástasis, muchos de ellos sin predisposición genética ni factores de riesgo obvios”, señala. Son mujeres y hombres veinteañeros, treintañeros o cuarentones que han tenido síntomas inespecíficos —como estreñimiento o diarreas— durante meses, sin que nadie sospechase de un cáncer a su edad. La médica considera la situación “extremadamente preocupante” y urge a la comunidad científica a unirse para entender qué está ocurriendo.
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El cáncer colorrectal, culpable de la muerte de casi un millón de personas cada año, es el segundo más letal en el mundo, por detrás de los tumores de pulmón.
Los dos investigadores del Instituto Oncológico Dana-Farber reconocen que las razones exactas de este fenómeno “se desconocen”, pero enumeran las principales hipótesis. “Sospechamos que contribuyen los factores ambientales, como la dieta y el estilo de vida”, explica Kimmie Ng. “Hemos identificado la obesidad, el sedentarismo, el aumento del consumo de bebidas azucaradas y la deficiencia de vitamina D como factores de riesgo”, destaca.
Los oncólogos Kimmie Ng y Marios Giannakis predicen que el cáncer colorrectal de aparición temprana se convertirá en 2030 en la principal causa de muerte por cáncer en las personas de entre 20 y 50 años. Los autores sugieren reforzar los programas de detección precoz en los adultos jóvenes, como ya se ha hecho en Estados Unidos, donde a partir de los 45 años se recomienda realizar pruebas para buscar sangre oculta en las heces. En España, estos test se hacen a partir de los 50 años.
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