Un niño puede presentar problemas en su desarrollo social y un impedimento en sus facultades mentales a causa de intimidaciones, acoso y amenazas por parte de otra persona, según lo señalan especialistas de la Universidad Autónoma de México (UNAM).
Este tipo de daño a la integridad es llamado “bullying” pero actualmente hay depredadores que se han auxiliado de otros espacios como las redes sociales y el internet para atacar a niños y adolescentes. A este fenómeno lo han denominado como “ciberbullying”.
“El acoso cibernético impacta negativamente la autoestima de los adolescentes porque se encuentran en un proceso de transición en la que experimentan cambios físicos y psicológicos, entonces se vuelven más vulnerables”. Explica Emilia Lucio Gómez Maqueo, de la Facultad de Psicología de la UNAM.
TIGO SE COMPROMETE A LA CAPACITACIÓN DEL USO RESPONSABLE DEL INTERNET PARA EVITAR EL CIBERBULLYING
Expertos señalan que a diferencia de la intimidación tradicional que generalmente implica una confrontación cara a cara, las víctimas cibernéticas, que en estos casos, son niños, pueden no identificar a su acosador; como tal, es más probable que se sientan aisladas, deshumanizadas o indefensas en el momento del ataque.
La intimidación interfiere con los logros académicos, el desarrollo de habilidades sociales y los sentimientos generales de bienestar.
Dicho trauma afecta también a quienes hostigan a otros ya que presentan un riesgo mayor de desarrollar abuso de sustancias, problemas académicos y violencia hacia los demás más adelante en sus vidas.
¿Qué puedes hacer si identificas que tu hijo sufre de este tipo de acoso?
- Apóyalos y compréndelos: como familia es importante que todos le hagan sentir al niño que no está solo. Acompáñalo y anímalo para seguir adelante.
- Asesórate con un especialista: Busca a un experto en psicología para que aborden el tema, juntos.
- Escúchalos, conversa y confía en ellos: en ocasiones, hay momentos que no se expresan con palabras, pero que tú, como padre puedes percibir. No lo presiones, genera un espacio de diálogo y déjalo hablar.
- Quizá, la clave está más en escuchar que en preguntar. Una vez que él hable, no pongas en duda su relato. Cuéntale que el acoso es un problema y procura siempre contenerlo y hacerlo sentir cuidado y valorado.
- Pide ayuda: generalmente puede resultar necesaria la atención psicológica y médica para tratar el daño producido. Quizá con un adulto desvinculado del grupo familiar, el niño pueda generar la confianza necesaria para dialogar sobre aquello que le está sucediendo.