Realizar de cinco a seis comidas diarias de forma regular se relaciona con un menor índice de masa corporal (IMC). Además, una mayor frecuencia de las comidas se relaciona con un mejor funcionamiento del reloj circadiano y, por tanto, podría tenerse en cuenta en las recomendaciones nutricionales, tanto para la prevención de la obesidad como de las alteraciones del sistema circadiano.
Así, la comida es un sincronizador importante para nuestro reloj interno o reloj circadiano y el momento de ingesta modifica el reloj molecular de distintos tejidos, indicando si es de día o de noche. De esta forma el hígado, el páncreas e incluso el tejido adiposo se preparan para gestionar los nutrientes de la dieta durante el día, lo cual ayudará a mantener el equilibrio de energía y nutrientes en el cuerpo.
Frecuencia y regularidad
Pero no solo el horario de las comidas, sino también su frecuencia y regularidad, influyen en el funcionamiento de nuestro reloj interno y, por tanto, en la salud de las personas. En otras palabras, los resultados señalan que esas cinco o seis comidas al día deberían hacerse cada tres o cuatro horas y dentro de un intervalo de tiempo diurno menor de catorce horas.
Es importante destacar que tanto cenar tarde o demasiado como saltarse el desayuno se han relacionado con el aumento de la prevalencia de enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes de tipo 2. A medida que se acerca la noche, nuestro cuerpo se prepara para dormir y no comer, o sea, para ayunar.
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