La primera vez que el virus del Zika se identificó en humanos fue en 1952. Desde entonces, se han registrado brotes de enfermedad en África, América, Asia y el Pacífico. Como el dengue, este virus es transmitido por mosquitos de la familia Aedes.
La última epidemia comenzó en mayo de 2015, cuando las autoridades de salud pública de Brasil confirmaron la transmisión de virus del Zika en el noreste del país. Más tarde, el pasado 28 de noviembre, el Ministerio de Salud Pública brasileño estableció por primera vez la relación entre el zika y el alarmante aumento del número de casos de bebés nacidos con microcefalia. Desde octubre de 2015 hasta la fecha, otros 21 países y territorios de las Américas han reportado la presencia del virus.
Hay dos razones principales para la rápida propagación del virus.
1. Por un lado, la falta de inmunidad de la población de estos países, que no habían sido expuestos a zika con anterioridad.
2. Por otro, que el vector principal del zika, el mosquito Aedes, está presente en todo el continente, excepto Canadá y Chile continental.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que el virus Zika continuará extendiéndose y probablemente llegará a todos los países y territorios de la región donde se encuentran los mosquitos Aedes.
Según un comunicado hecho público por la institución sanitaria, las formas más eficaces de prevención son:
- La reducción de las poblaciones de mosquitos –eliminando sus criaderos potenciales, especialmente envases u otros artículos que puedan acumular agua–.
- El uso de medidas de protección personal para evitar las picaduras de mosquitos.
Mientras que el papel de los mosquitos Aedes en la transmisión está muy documentado, la evidencia sobre otras vías de contagio es limitada.
Zika se ha aislado en el semen humano y se ha descrito un caso de posible transmisión sexual de persona a persona. Sin embargo, se necesitan más pruebas para confirmar si el contacto sexual es un medio de transmisión.
Además, como el virus se puede llegar a transmitir a través de la sangre, deben mantenerse las precauciones estándar para asegurar las donaciones de sangre y transfusiones.
Tampoco existe evidencia sobre la transmisión de madre a hijo del zika durante el embarazo o el parto. En la actualidad se están llevando a cabo estudios sobre la transmisión perinatal y para comprender mejor cómo afecta el virus a los bebés.
De la misma forma, aún no existe evidencia de que el zika se puede transmitir a los bebés a través de la leche materna. Por ello, las madres en zonas expuestas pueden continuar con las recomendaciones de la OMS sobre lactancia materna, es decir, hacerlo de manera exclusiva durante los primeros seis meses, y combinada con alimentos complementarios hasta los dos años.
Vía | noticiasdelaciencia.com