"Es que no tengo hambre". Esta frase es el tormento de cientos de mamá que están en "esa etapa" en la que los niños no quieren comer nada que no sean golosinas o un determinado alimento que es su favorito.
La mala conducta a la hora de comer puede que no se manifieste tan rápido, estos niños pueden tener un desarrollo físico normal y sus malos hábitos no se ven reflejados cuando se les mide en las tablas de crecimiento (en peso y talla), entonces, ¿cómo saber si mi hijo es un malcomedor?
Características
- Comer poca variedad y poca cantidad de alimentos: raciones pequeñas y siempre el mismo tipo de alimentos).
- Rechazo a probar alimentos nuevos. Algunos grupos de alimentos suelen ser rechazados (como por ejemplo: verduras y frutas), otros como los lácteos, suelen ser por lo general, los únicos aceptados.
- Comen con excesiva lentitud y con muchas interrupciones. Presentan una conducta extravagante o fuera de lo normal durante la comida.
- Muestran desinterés en general por la comida.
- Las causas
No siempre se trata de un un simple capricho, recuerda que tu pequeñito es un ser humano con sus propias preferencias, toma en cuenta los siguientes aspectos:
- Cambios en el apetito debido al crecimiento.
- Extremada sensibilidad a la comida (sabores fuertes, texturas extrañas, sabores desagradables).
- Rechazo por algunos colores.
- Olores fuertes o nuevos para ellos.
- Malos hábitos de los padres que son imitados por los niños: mucho cuidado con este aspecto, si un padre se alimenta mal o es caprichoso a la hora de comer, el niño seguirá su ejemplo.
- Mal manejo del problema por parte de los padres: castigar y/o premiar mediante la comida es un error. Es bueno halagar al niño cuando come bien, pero nunca compensar con recursos materiales (objetos, comida predilecta, etc.) a cambio de comer bien.
- Limitaciones fisiológicas como: problemas para masticar y tragar, retraso en el desarrollo de la dentición, capacidad gástrica limitada.
Una solución
Es un reaprendizaje, la educación nutricional o alimentaria; es decir, lograr que el niño adquiera hábitos alimenticios correctos y que los siga toda su vida. Este será el tratamiento y también la prevención óptima para este problema.
Los padres deberán mostrar delante de sus hijos buenos hábitos como: comer sentados, juntos y tranquilos, así como consumir gran variedad de alimentos. Es importante que se elaboren recetas suaves y que exista una progresión en el aprendizaje no forzado de los sabores, colores y texturas.
La educación en la alimentación del niño “malcomedor” o “melindroso” requiere mucha perseverancia y paciencia y puede resultar en un largo proceso que se consolide tras pequeños logros mantenidos.
En el caso que exista un aporte nutricional deficitario, será un muy buen recurso utilizar un suplemento alimenticio. Así, se aseguran los aportes nutricionales mientras se está educando en la alimentación, teniendo en cuenta que es un proceso largo y progresivo.