La celiaquía es la intolerancia hacia el gluten de cereales como el trigo, la cebada, el centeno y la avena, que produce como efecto final una inflamación de la mucosa del intestino delgado, dificultando la absorción de nutrientes. Se puede presentar en cualquier etapa de la vida, y aunque se suele diagnosticar en la infancia, en países desarrollados se diagnostica cada vez más en adultos.
Es más frecuente en personas de piel blanca, en climas tropicales, y afecta más a mujeres que a hombres, aunque su prevalencia es relativamente baja (menos de un 2% de la población).
Es posible que existan factores genéticos en su desarrollo, pero también intervienen factores ambientales, esto es, de nuestro modo de vida, y del que tuvo nuestra madre durante su embarazo y/o lactancia.
Y ahora que ya tenemos más claro lo que es, aquí va el dato:
De las casi 500.000 personas que padecen la enfermedad, sólo el 10% de los celíacos han sido diagnosticados.
Posiblemente, una de las razones responsables de esta sinrazón sanitaria, sea lo obsoleto de su diagnóstico actual. Debemos entender que al mismo tiempo que el hombre evoluciona, su biología, bioquímica y fisiología (incluida la patológica) también lo hacen. El resultado es que ahora ya no existe uno, sino varios tipos de celiaquía.
Los tipos de celiaquía son básicamente cinco:
- Subclínica o asintomática, en la que el enfermo no nuestra síntomas, pero las pruebas diagnósticas dan positivo.
- Sintomática: El enfermo tiene síntomas y las pruebas diagnósticas confirman la enfermedad.
- Latente: Enfermos que en momentos determinados consumen gluten y no muestran síntomas
- Potencial: Por predisposición genética hacia la enfermedad. Presentan alteraciones inmunitarias pero las vellosidades de su intestino están intactas.
- Celiaquía refractaria: Aquí, la dieta sin gluten no eliminará el trastorno. Es la peor forma, que que estos enfermos tienen solo un 50% de posibilidades de supervivencia al desarrollar en la mayoría de los casos linfoma intestinal e infecciones concomitantes.
La razón de este artículo, no es otra que alertarte de que podrías estar incluido entre esos celíacos a los que se hace alusión el punto uno. Podrías ser uno de los 450.000 celíacos que vagan por el mundo sin conocer que lo son, y eso.
Si deseas salir de la duda, y saber si pertenece a ese 90% de celíacos no diagnosticados, trata primero de recordar si has sentido o siente ciertas molestias tras ingerir algunos cereales, pan o derivados, y de ser así, acude a hacerte algunas pruebas de diagnóstico como las siguientes:
Para diagnosticarla, hay que realizar un análisis de sangre que incluya los marcadores serológicos (anticuerpos) de la enfermedad celíaca. Debido a su variedad, es posible que a veces un análisis de sangre no sea suficiente y sea necesario realizar una biopsia del intestino delgado. De hecho, la ultima técnica propuesta incluye un conjunto de 3 biopsias a realizar en la primera infancia.
En el peor de los casos, una vez diagnosticado, pasarás el resto de su vida evitando el gluten y los alimentos que lo contienen, pero, se librarán de una serie de trastornos mayores, que una vez se presentan, podrían ser peores. Incluso mortales.
La prevención en este caso, como en muchos otros, se torna fundamental.
Fuente:
Dr. Guillermo Rodriguez Navarrete
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