Nos encontramos en un momento tremendamente emocionante en la investigación sobre el cerebro, el equivalente neuronal al desarrollo cartográfico y al descubrimiento de recursos útiles en regiones vírgenes del mundo que tuvieron lugar en los siglos XVII y XVIII.
Se han hecho muchos hallazgos, pero está claro que aún queda mucho más por descubrir si profundizamos en los detalles escondidos bajo la superficie.
Resulta sorprendente, sin embargo, que a pesar de la novedad de los descubrimientos, la utilidad de estos suele pasarse por alto.
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No importa cuán obvios lleguen a ser algunos hallazgos o avances, a veces resulta difícil para la mayoría predecir las implicaciones que su investigación actual puede tener a largo plazo.
La procrastinación
Uno de los mayores retos para la productividad humana en todo el mundo se concreta en un simple problema: la procrastinación. (el hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse y sustituirlas por otras acciones más irrelevantes o agradables).
No solo lo dice la amplísima literatura en investigaciones psicológicas.
Las investigaciones neuronales sobre procrastinación suelen centrarse en las diferencias entre procrastinadores crónicos y otros tipos de personas más productivas que tienden a acabar el trabajo sin posponerlo.
No resulta sorprendente comprobar que existen diferencias en la forma en la que el cerebro de los procrastinadores está estructurado: las regiones neuronales relativas al autocontrol y a la regulación emocional no parecen funcionar de forma normal.
Por supuesto, el reto de cambiar el funcionamiento de estas regiones (algo que sabemos que es posible) está en el hecho de que se necesita cierto grado de autocontrol para empezar con estos cambios. Es un problema del tipo "lograr salir adelante con tu propio esfuerzo".
Pero supongamos que por alguna razón -quizás porque estás procrastinando- te pones a husmear en la literatura de investigación sobre neuroimágenes que se refiere a la ansiedad por las matemáticas -sí, a algunos les gustan este tipo de cosas.
Resulta que cuando los matematicofóbicos piensan en hacer operaciones matemáticas -realmente no tienen que hacerlas-, esta anticipación de un tema desagradable activa una parte de su cerebro, el cortex insular, que produce dolor.
Este descubrimiento sobre "dolor en el cerebro" no solo es interesante, también es importante. ¿Es posible que este brote de dolor en el cerebro sea un factor decisivo en la procrastinación?
¿Es posible que la gente procrastine a veces simplemente porque es tan tentadoramente agradable cambiar su pensamiento a algo -cualquier cosa- que no les cause dolor en el cerebro cuando piensan sobre ello?
Es una hipótesis tan razonable como cualquier otra y es, sin duda, una hipótesis sencilla de la que extraer acciones viables, especialmente cuando se combina este conocimiento con el derivado de la técnica Pomodoro.
En el curso en línea "Aprender a aprender" hemos descubierto que enseñar sobre la técnica Pomodoro como forma de escabullirse de sentimientos previos de dolor en el cerebro es una forma muy efectiva de motivar a los estudiantes para que se hagan cargo de su tendencia a la procrastinación.
Se les da una herramienta cognitiva directa con la que poder identificar de forma concreta cuándo y por qué están procrastinando.
A la gente le encanta este enfoque, es de las materias más populares entre los estudiantes del curso.
El descanso es el secreto
Puede que esto no le sorprenda. Siempre nos han recomendado tomar un descanso cuando estamos atascados con algo. La neurociencia no nos está contando nada nuevo.
Pero demostraré que la neurociencia sí nos está contando algo nuevo y muy útil con esto. Después de todo, nos suelen decir que ser persistentes es la verdadera clave para el éxito.
Por eso a veces nosotros -y nuestros hijos- trabajamos durante horas en un problema, intentando sin éxito un enfoque tras otro.
Solo después de darnos por vencidos, alejarnos y apartar verdaderamente nuestra mente del problema, nuestro cerebro comienza esa búsqueda inconsciente en nuestros antecedentes que necesitamos para encontrar la solución.
La neurociencia, en otras palabras, nos da permiso para darnos un descanso cuando nos encontramos verdaderamente atascados, y es el descanso el que nos ayuda a obtener la solución.
¿Parece trivial? Pues no lo es. Por ejemplo, muchos niños que no saben cómo funciona su cerebro piensan que no son capaces de aprender matemáticas porque se encuentran con obstáculos en su aprendizaje que son totalmente normales.
Pueden llegar a abandonar las matemáticas porque no saben que está bien alejarse durante un momento cuando no son capaces de encontrar la solución. Por eso Terry y yo enseñamos estos conceptos en nuestro nuevo curso para niños, "Aprender a aprender para los más jóvenes", que estará disponible en breve con estrellas españolas del ESIC.
Estas son ideas simples, pero hay miles de ideas más en la literatura neurocientífica esperando a ser descubiertas y usadas en nuestra vida diaria. ¡Será excitante ver qué nos depara el futuro!