Existen una serie de hábitos o costumbres en los niños que afectan su buena salud oral. Los más comunes son los de: succión, respiración, deglución, masticación, etc.
Algunos, como el de la succión, pueden presentarse desde temprana edad; otros, después de los 3 años, cuando el niño ingresa al kínder. En general, todos pueden ser corregidos a tiempo para prevenir complicaciones. En promedio, de cada 20 niños que visitan por primera vez el consultorio, hasta el 50% tienen algún hábito que afecte la cavidad oral (músculos, huesos o dientes).
Hábito de respiración oral: Niños que respiran por la boca debido a problemas alérgicos, inflamación de amígdalas, desviación de tabiques nasales, etc. conllevan a una mala posición de la lengua, mordidas abiertas y avances mandibulares.
Hábito de succión: Los hábitos de succión más comunes son chupar el dedo y el pepe. Como resultado se afecta la posición de los dientes, provocando una salida del maxilar superior, deformidad del paladar y mordidas abiertas.
Hábito de deglución: En este hábito, los niños colocan la punta de la lengua entre los dientes superior e inferior anteriores, provocando que la mandíbula tenga la tendencia de irse hacia delante y mordidas abiertas.
Hábito de masticación: El principal error es masticar más por un solo lado o preferir siempre alimentos muy blandos que no permiten un desarrollo adecuado de los maxilares. Estos hábitos provocan apiñamientos de los dientes y otras complicaciones.
Detectar a tiempo todos estos malos hábitos orales es importante para prevenir las complicaciones y permitir el desarrollo de una dentadura sana, armónica, alineada y bella. Inicialmente el odontopediatra es el asesor de los padres de familia en este campo, y luego, deben ser remitidos al especialista en ortodoncia, otorrinolaringología y fonoaudiología, pues hoy en día se hace un manejo integral de esta problemática con resultados rápidos previniendo mal oclusiones o problemas dentales más severos.