24 horas por día, 7 días a la semana y los 365 días del año: ése es el horario para comer bananas, o guineos como los conocemos en El Salvador. Con esto se acabaron los pretextos para no comer al menos una fruta por día, ya que la banana encabeza el ránking de preferencias, está siempre disponible y es muy fácil de comer.
Acá viene la pregunta clásica: "¿Puedo comer banana todos los días?" ¡Claro que sí! Una buena alimentación requiere variedad, por lo que sugiero comer al menos dos frutas distintas por día, pero para quienes prefieran esta noble fruta una cierta monotonía puede ser mejor a no comer ninguna fruta.
La otra cuestión que puede rondar la mente de quien comienza un plan para bajar de peso o simplemente para comer mejor, es el temor a ingerir demasiadas calorías o a dificultar su digestión. Esto proviene de un cierto aire pecaminoso que rodea a la banana, como a todo lo rico, dándole fama de ser engordante o poco digerible. Nada más alejado de la verdad.
La banana tiene pocas calorías, bastante fibra y magnesio con un aporte razonable de azúcares que se absorben despacio. Una banana grande, digamos de 150 gramos, aporta 135 calorías: menos que una medialuna chica, y la mitad de un alfajor chico. Realmente poco. Obviamente casi no tiene grasas, y nos da 4 gramos de fibra que es el 20% de lo que necesitamos en todo el día.
No todo es mala fama, si hablamos de bananas lo primero que casi todos recuerdan es su contenido de potasio. Eso es absolutamente cierto: una banana aporta más de 500 mg de este mineral, lo mismo que una de esas pastillas grandes que cuestan más caras y no son ricas. Y obviamente no contiene sodio, mejorando mucho la relación entre estos dos minerales que parece ser una clave en el manejo de la presión arterial.
Y el último factor que se suele cuestionar es la cantidad de azúcares, que para esa misma banana extra grande de 150 gramos puede alcanzar a 18 gramos (unas 3 cucharaditas). No es poco pero debo hacer una aclaración: estos azúcares vienen en su envase ideal, que es la fibra. Esto quiere decir que, a diferencia del azúcar en una bebida, se absorbe despacio, permitiendo que el organismo lo procese con eficiencia. Para ser justos recuerdo que es la misma situación de todas las frutas y las verduras: aportan un poco de azúcar junto con fibra, permitiendo una mejor utilización.
A la hora de organizar la alimentación, hacer las compras o simplemente decidir qué comemos, una elección inteligente es incluir frutas. Y este consejo no estaría completo si no consideramos la calidad.
La buena fruta tiene buen aspecto, está madura pero no pasada y se indica su origen. Algunas solamente se consiguen en alguna estación del año, otras llevan algo de trabajo para poder comerlas, pero todas son recomendables.
La banana está todo el año, es económica, su origen puede estar señalado en la caja, el cartel de la frutería e incluso hasta en una etiqueta, es rica y está al alcance de la mano.
Fuente: Edgardo Ridner, para clarin.com/buena-vida