Una investigación realizada por el University College de Londres (UCL) concluyó que saltarse el desayuno, así como no tener un horario fijo para irse a la cama ni dormir lo suficiente son los factores importantes para predecir si los niños tengan sobrepeso y obesidad.
Publicada por la Revista Pediatrics, la investigación es la primera en Reino Unido que observa los patrones de desarrollo del peso mediante el índice de masa corporal (IMC), en los primeros 10 años de vida del infante y que examina los factores en el estilo de vida que parecen predecir el aumento de peso.
La investigación dejó ver cuatro patrones de desarrollo de peso. La gran mayoría de los niños (83.3%) tuvo un IMC estable sin sobrepeso, mientras que el 13.1% presentó un aumento moderado del IMC, y el 2.5% un IMC muy elevado. El grupo más pequeño, 0.6%, registró un IMC en el rango de obesidad a la edad de 3 años, pero fue similar al del grupo estable a la edad de 7 años.
“Es bien sabido que los niños de madres con sobrepeso u obesidad son más susceptibles a tener sobrepeso, probablemente reflejando el ambiente ‘obesogénico’ y quizás una predisposición genética a la ganancia de peso”, afirmó la profesora Yvonne Kelly, de Epidemiología y Salud Pública del UCL y líder de la investigación.
“Este estudio muestra que las rutinas interrumpidas, ejemplificadas por los patrones de sueño irregulares y la omisión del desayuno, podrían influir en el aumento de peso mediante el incremento del apetito y el consumo de alimentos densos en energía. Estos hallazgos apoyan la necesidad de estrategias de intervención dirigidas a múltiples esferas de influencia en el crecimiento del IMC “, dijo la experta.
Asimismo, fumar en el embarazo se ha asociado con un mayor riesgo de que un niño tenga sobrepeso, posiblemente debido al vínculo entre la exposición del feto al tabaco y la coordinación motriz infantil, que actuaría como una vía de desarrollo para el crecimiento del IMC.
El sobrepeso u obesidad están vinculados con una salud mental más pobre en los niños, que puede extenderse hasta la adolescencia y la edad adulta. Este pobre bienestar psicosocial incluye baja autoestima, infelicidad, así como comportamientos riesgosos, dígase tabaquismo y consumo de alcohol.
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