Sabemos que miles de profesionales de la salud trabajan atendiendo el creciente número de casos de contagiados de Covid-19 en todo el mundo, exponiéndose directamente a contagios.
La doctora Roxana Iraheta, concedió una entrevista a Vatican News en donde comparte cómo ha vivido este tiempo de pandemia, relata que la situación en nuestro país, El Salvador no es muy diferente a lo que ha sucedido alrededor del mundo:
“Hemos ido pasando la pandemia por las diversas etapas de su desarrollo, pero, sobre todo, la hemos enfrentado desde el miedo, la incertidumbre, desde la negación de la existencia de esta pandemia y hemos visto cómo poco a poco ha ido afectando a nuestra población”.
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Ayudamos a quien más lo necesita
"Este tiempo nos ha servido para encontrar nuestras fortalezas: hemos aprendido a tener empatía, solidaridad; hemos aprendido a cuidarnos, a hacer cosas como lavarnos bien las manos, guardar la distancia. Todo eso está haciendo un cambio en nosotros. También hay debilidades, que espero las vayamos superando, como las divisiones que se han dado por los diferentes puntos de vista de cómo manejar la pandemia”. expresa la doctora.
Como sociedad salvadoreña necesitamos cambiar, enfatiza la profesional de la salud, “pensar de la misma manera no quiere decir que vamos a estar de acuerdo en todo lo que nosotros tenemos que hacer, sino que tenemos que entender que el país tiene un rumbo, un rumbo definido y es ayudar al que más lo necesita, proteger al desvalido, seguir adelante”.
Cuidarme y aprender a cuidar a los otros
Como personal de salud me ha dejado una gran experiencia, dice la médica: “He podido estar al frente, dirigiendo equipos de respuesta rápida; he podido estar detrás de un escritorio dando una consulta a pacientes con infecciones respiratorias. Me ha tocado viajar en ambulancias llevando personas diagnosticadas con Covid-19 y sólo decirles, adiós. Saber que se van, pero también confiar en que Dios lo puede todo, saber que para El no hay nada imposible, que, con la oración, todos podemos salir adelante”.
La doctora Iraheta agrega que un elemento importante en este tiempo de crisis sanitaria es el aporte de la fe, de la confianza en Dios:
“También he estado confiando al Señor a todas las personas que yo amo. Cada día, al levantarme y decirle, no sé qué vamos a hacer hoy, me ha hecho más solidaria, me ha humanizado un poco más y a mi profesión le ha dado un giro, un nuevo punto de vista”.
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Ayudar al otro más allá de los propios límites
Roxana Iraheta hace un balance de los meses transcurridos y a modo de anécdota nos dice:
La anécdota que puedo contar es la de mi propio confinamiento. Yo tuve contacto con el primer paciente que dio positivo en el área geográfica donde trabajo. Tuve que confinarme, tuve el temor de estar contagiada, tuve el temor de que iban a llegar a mi casa, que se iban a llevar a mi familia a un centro de contención y el temor de contagiar a mis compañeros de trabajo, porque igual continué trabajando y esos fueron días muy difíciles en los que sólo la oración de las personas que yo amo, mi esposo, mi madre, mi hijo, mi grupo de oración, mi párroco, fue lo que me sostuvo durante esos treinta días, que fueron de llorar, de desvelarme, pero que ya han terminado.
Todo esto hace que vea mi profesión y mi fe de otra manera. Esto ha hecho cambiar mi forma de dar salud a otros: no se trata solo de dar una receta o un medicamento, sino que consiste en preocuparse por el otro; ayudar al otro más allá de lo que podamos dar; es tocar al enfermo, así como Jesús los tocaba. Ha sido una experiencia difícil, pero Dios sabe por qué lo ha permitido.
La pandemia continuará con nosotros, no sabemos por cuánto tiempo más, pero lo que sí sabemos es que estamos en un momento propicio para construir una sociedad más solidaria y centrada en el cuidado de la vida de todos y de toda la creación. Todo el bien que hagamos a nivel personal y familiar beneficiará a todos.