DETRÁS DE UNA GRAN LUCHADORA DEL CÁNCER HAY UNA GRAN FAMILIA APOYÁNDOLA. SILVIA DE SANDOVAL TIENE DOS AÑOS DE HABER SOBREVIVIDO AL CÁNCER DE MAMA.
Y, EN TODA ESTA EXPERIENCIA, SU HIJA, FRANCESCA SANDOVAL, FUE UNO DE LOS ÁNGELES QUE LE AYUDARON A GANAR LA BATALLA.
"Que le diagnosticaran cáncer a mi mamá fue un llamado a la realidad. Uno vive pensando que nada le va a pasar a la gente que uno ama y no es así. Fue difícil, pero lo vimos como un desafío para todos, sabíamos que la mayor lucha era de ella, pero debíamos apoyarla.
Una de las partes más duras fue que perdiera su cabello. Es una etapa difícil del cáncer en una mujer porque afecta su feminidad, al igual que el hecho de perder el pecho. A ella le daba pena salir, yo le dije que me iba a rapar, aunque ya tenía la mitad del look. Le dije 'si tanta pena te da, pues yo también me rapo. Al final es solo pelo'. Y, aunque no quiso, busqué otras formas de hacerla sentir bonita.
¿Qué si me dio miedo? No, mi reacción fue estar consciente de la seriedad de la situación y luchar junto a ella. Esta experiencia te obliga a sacar lo mejor, a poner tu mejor actitud, sin pensar en negatividades, en muerte. Imaginen, si mi mamá ya estaba asustada, ¿cómo iba a darle más preocupaciones? Lo mejor es ser positivo, ayudar, sin hacer sentir que es por obligación, sino por amor.
En pruebas así se demuestra el verdadero amor de los hijos, la gratitud por lo que nuestras mamás hacen por nosotros. Es una forma de retribuir lo que sacrifican para vernos bien. Debemos estar presentes en la vida de nuestras mamás, ser voz de conciencia y tomar ese ejemplo para prevenir el cáncer en nosotras mismas.
Esta experiencia nos unió, el cáncer nos hizo ver lo fuertes que somos y ahora sé que, en cualquier dificultad, siempre se hará la voluntad de Dios. Si Él me la ha dejado es porque quiere que sigamos juntas”.
La confianza de no estar sola fue el motor que empujó a Silvia a seguir. Vivir por su familia la motivó en su batalla.
“En las quimioterapias fue cuando más vi el apoyo de mi hija. Dejó la universidad para acompañarme esos seis meses. Trabajaba, estudiaba y me cuidaba. Llevaba toda la carga, ver eso fue muy especial. Siempre llamaba para saber cómo estaba, si había tomado la medicina. Cuando no tenía ánimo de ir a quimio, me decía 'no, mami, yo voy contigo, es una menos'. Su apoyo fue crucial y, hoy, saber que todo resultó bien es un regalo, una segunda oportunidad para estar juntos y disfrutarnos como familia”, asegura Silvia, quien ahora goa de perfecta salud y disfruta de cada momento de la vida al lado de los seres que más ama: su familia.
CRÉDITOS
Fotografía:
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