Gracias a una campaña contra el cáncer de seno en octubre de 2010, Gladys Castillo de Padilla decidió hacerse una mamografía cuyo resultado le cambió la vida, no solo a ella, sino que a sus tres hijos y al resto de su familia. Laura, la hija menor de Gladys y su “única niña”, era apenas una adolescente y a esa edad le dio a su madre lo que fue el mejor regalo que alguien puede recibir en esas circunstancias: la fortaleza de estar ahí y ser un apoyo.
“Yo ocultaba que estaba asustada, trataba que ella siempre me viera fuerte, tenía miedo de que si me veía desmoronarme, ella lo haría también, quería que me viera ayudándole en sus momentos fuertes”, cuenta Laura.
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“Al escuchar 'cáncer' uno lo relaciona con la muerte, y yo solo podía pensar '¿qué va a pasar si yo me quedo sin mi mamá?', mi mundo se viene abajo sin ella”, recuerda Laura de ese momento en que supo de la enfermedad de su madre. Sin embargo, el caso de Gladys es un vivo ejemplo de cómo un examen a tiempo puede salvar vidas.
“Mi cáncer estaba encapsulado pero no podía esperar más para operarme, las quimios fueron preventivas, después pasé por el ciclo de radioterapias, hoy estoy con un tratamiento de medicamentos por cinco años, y después de eso puedo decir que estoy aquí gracias a Dios”, señala Gladys.
Gladys recuerda que en el tiempo después de su operación y quimioterapias toda su familia la consintió y cuidó, fue un “stop”de su rutina y una época para descansar y tomarse tiempo para ella misma. Para Laura, fue un tiempo de reflexión.
“Cuando ella estuvo enferma yo estaba en la época cuando uno se preocupa por sí misma, no nos llevábamos bien y ‘chocábamos’ mucho, el diagnóstico me ayudó a poner los pies en la tierra porque tenía a mi mamá todos los días y la veía como inmortal, esa experiencia me ayudó a apreciar la unión ente ella y yo”, recuerda Laura.
Cinco años después, madre e hija cuentan con el título de amigas. Laura comenta cómo, gracias al cáncer que padeció su madre, ella y sus hermanos le legaron algo más a la mujer que les dio la vida.
"Antes todas las cargas se las dejábamos a ella, la cocina, irnos a traer, hacer las compras, todas nuestras cosas las hacía ella, era como que teníamos cinco años y ya estábamos grandes; ahora nos independizamos, aunque siempre somos muy unidos, siempre terminamos el día juntos”, comenta Laura.
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