Aunque estudios revelan que la alimentación adecuada y el ejercicio físico ayudan a prevenirlo, esto no es contundente, ya que ningún alimento o un ejercicio en sí, es responsable de que aparezca o no el cáncer.
LA CLAVE ESTÁ EN LOS HÁBITOS
“En mujeres que han tenido cáncer de mama y tiene receptores de estrógenos positivos, la soya es totalmente prohibida; aunque es una buena proteína, resulta peligrosa en personas con estrógenos positivos”, advierte el especialista.
Después de recibir un tratamiento, es importante eliminar carnes rojas asadas y el licor, ya que se incrementa el riesgo de recaídas.
Aunque los tratamientos del cáncer de mama no afectan la alimentación, casi en un 95% los procedimientos hacen engordar al paciente, por lo que el soporte nutricional es importante para adquirir hábitos adecuados. Se recomienda el consumo de antioxidantes, el té verde, el brócoli, tomate y ajo, entre otros alimentos.
Fuente: Dr. Manuel Novoa
Nutriólogo
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