El abuso en la ingesta de carne roja y embutidos se ha asociado a muchos problemas de salud, como cáncer o insuficiencia cardiaca.
Pero en esta ocasión, un nuevo estudio, llevado a cabo por la Universidad de Oxford (Reino Unido), ha comprobado que la ingesta regular de carne en general, procesada o no procesada, puede aumentar las probabilidades de desarrollar una variedad de enfermedades no cancerosas que los investigadores no habían considerado previamente, desde neumonía o diabetes a cardiopatías, entre otras.
En la investigación, que ha sido publicada en BMC Medicine, se ha analizado las dietas de 475.000 adultos de Reino Unido y se ha puesto en relación con sus historiales clínicos durante 8 años, con la intención de detectar las 25 principales causas de ingresos hospitalarios no cancerosos.
Aquellos participantes que tomaban carne roja sin procesar y carne procesada con regularidad, tres o más veces a la semana, tenían más probabilidades de tener sobrepeso u obesidad, beber alcohol, fumar o llevar una peor dieta, con bajas ingestas de fibra, verduras, frutas o pescados, que aquellos que hacían un menor consumo cárnico.
Carne roja, principal fuente de ácidos grasos saturados
Teniendo en cuenta estos factores, se observó que aquellos que combinaban un mayor consumo de carne roja sin procesar y carne procesada mostraban un mayor riesgo de neumonía, cardiopatía isquémica, diabetes, enfermedad diverticular y pólipos en el colon. Así, cada 70 gramos más de carne roja y procesada al día estaba asociado a un 30% más de riesgo de diabetes y un 15% más de cardiopatía isquémica.
La mayoría de estas asociaciones negativas se reducían si se tenía en cuenta el IMC, es decir, que en los consumidores habituales de carne tener un peso corporal medio más alto podría estar causando en parte estas asociaciones
Por otro lado, en el caso del consumo de carne de aves de corral, como el pollo o el pavo, aumentó el riesgo de gastritis, reflujo gastroesofágico, duodenitis, diabetes o enfermedad de la vesícula biliar. Concretamente cada 30 gramos más de ingesta de este tipo de carne al día aumentaba un 17% el riesgo de reflujo y un 14% más el de diabetes.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de estas asociaciones positivas se redujeron cuando se tenía en cuenta el índice de masa corporal (IMC, una medida del peso corporal). Esto sugiere que el hecho de que los consumidores habituales de carne tengan un peso corporal medio más alto podría estar causando en parte estas asociaciones.
Uno de los motivos que valoran los investigadores por el que la carne roja y la carne procesada se asocian a cardiopatías es porque son las principales fuentes de ácidos grasos saturados, que pueden aumentar el colesterol ‘malo’ (LDL), que se sabe que incrementa el riesgo de cardiopatía isquémica.
El Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer recomienda que las personas limiten el consumo de carne roja a no más de tres porciones por semana (alrededor de 350 a 500 g de peso cocido en total), y la carne procesada debe consumirse raramente, si es que se consume.
Carne roja y menos riesgo de anemia
Por el contrario, el consumo reiterado de carne roja sin procesar y la de aves de corral ha demostrado en este estudio que reduce el riesgo de anemia por deficiencia de hierro. De manera que por cada 50 gramos de carne roja sin procesar el riesgo de anemia bajó un 20%, y hasta un 17% menos por cada 30 gramos más de carne de corral.
El consumo habitual de carne roja y la de aves de corral reduce el riesgo de anemia por deficiencia de hierro
“El resultado de que el consumo de carne se asocia con un menor riesgo de anemia por deficiencia de hierro indica que las personas que no comen carne deben tener cuidado de obtener suficiente hierro, a través de fuentes dietéticas o suplementos”, explica el Dr. Keren Papier, una de las investigadoras del estudio.