El dominio de un segundo idioma ha dejado de ser una simple habilidad extraordinaria que ofrece algunas ventajas, para convertirse hoy en día en casi una necesidad para no quedar en desventaja en la cada vez más fuerte competencia social, económica y laboral. La tendencia a la globalización de la economía, y la ya absoluta globalización de las comunicaciones, así lo impone. La visión de la importancia del segundo idioma la han tenido desde hace tiempo diferentes programas educativos oficiales o extraoficiales, que lo han incorporado como una materia más.
Sin embargo, es algo comprobado que bajo esa estrategia se suele llegar a un nivel de conocimientos básicos del segundo idioma, pero muy difícilmente a un dominio del mismo; ni siquiera, a un manejo fluido, porque, a parte de los fundamentos teóricos, es la propia práctica del idioma la que permite dicho dominio. En ello se basan los cada vez más numerosos centros educativos que ofrecen enseñanza bilingüe, en los cuáles, casi todas, o una parte importante de las materias se imparten en el idioma alternativo, preservando en todo caso la lengua materna en una asignatura dedicada precisamente a la enseñanza de sus propios fundamentos gramaticales.
El problema es cuándo iniciar la educación bilingüe, y como realizar la transición en el inicio de la misma. La recomendación sería iniciar el aprendizaje del segundo idioma cuanto antes. Cuanto más pequeño es el niño más facilidad tiene para fijar el aprendizaje del segundo idioma. Sin embargo, si dicho aprendizaje es demasiado temprano, de modo que aún no maneja tampoco la lengua materna, en la práctica está aprendiendo las dos lenguas a la vez, y suele producirse cierta confusión en ellos, que tiende a retrasar el inicio de la comunicación.
Es frecuente que los niños que aprenden a hablar en dos lenguas simultáneamente lo hagan con cierto retraso, lo cual dificulta en un principio la comunicación con ellos, aunque posteriormente se inician a hablar ya en ambos idiomas. Si se prefiere evitar este posible inconveniente, lo recomendable sería que se inicien en la segunda lengua inmediatamente sean capaces de expresarse suficientemente bien en su lengua materna, y sean capaces también de evitar la confusión, y entender que el segundo idioma es simplemente otra forma diferente de hablar. Los tres años puede ser una buena edad; incluso los dos años y medio, si su desarrollo del lenguaje ha sido rápido.
Todo ello significa que el aprendizaje, idealmente, debe iniciarse en la etapa preescolar. Ya hay numerosos kinders, con personal capacitado para ello, que ofrecen el inicio del aprendizaje del segundo idioma, de modo que al empezar la etapa escolar propiamente dicha, el niño tiene ya fundamentos suficientes para desarrollarla en el idioma alternativo. No obstante, en los primeros grados, el profesorado del colegio bilingüe es consciente de que, normalmente, el niño llega con fundamentos, pero todavía no con dominio del idioma, y parte de su labor es ir poco a poco moldeando y perfeccionando el manejo del mismo.
De este modo, dependiendo de la calidad del centro educativo en la enseñanza del idioma alterno, y de si en el hogar también se maneja dicho idioma, entre los siete y los diez años de edad puede considerarse que el niño es ya bilingüe. Si la educación bilingüe no se inició desde la etapa preescolar, el niño tendrá dificultades para adaptarse a ella en la etapa escolar, aunque hay colegios bilingües que tienen una sección especial de adaptación para estos casos, o bien, que inician la enseñanza del segundo idioma partiendo desde cero. Pero ello supone empezar con algún retraso y en condiciones menos favorables, y aunque con el tiempo casi se llega a emparejar el nivel, el esfuerzo dedicado a ello es mayor.
Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
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