La cerveza reúne suficientes cualidades para ser una de las bebidas perfectas: quita la sed, su sabor es agradable, contiene minerales (potasio, calcio, fósforo y magnesio), poco alcohol (4%) y 42 calorías en 100 ml. O dicho de otra forma, una caña aporta en torno a 100 calorías, según la información recogida en la Base de Datos Española de Composición de los Alimentos (BEDCA). Además, está ampliamente disponible y su precio es reducido. El resultado de estas propiedades viene dado por sus cifras de consumo en 2018: cada español nos bebimos 52 litros de cerveza, muy lejos de los 141 litros anuales de los checos y los 102 de los alemanes.
A pesar de su indiscutible éxito, carga con la reputación de ser la causante de la denostada barriga cervecera, que se suele asociar a un modelo corporal característico: obesidad abdominal y extremidades delgadas. Aunque mujeres y hombres pueden presentar este fenotipo, lo cierto es que es mucho más habitual entre el sexo masculino.
"La barriga cervecera es un mito que, quizá, tenga su origen en el logo de una conocida marca que muestra a un hombre obeso"
¿Qué hay de cierto? ¿Es una fama infundada? El doctor Francisco Tinahones, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), afirma que "es un mito que, probablemente, tenga que ver con el logo de una conocida marca en el que aparece un hombre obeso con una jarra de cerveza en la mano". Más allá de esta imagen, "no hay ninguna evidencia científica que demuestre que la cerveza engorde más que otras bebidas (que no sea el agua)". Ahora bien, "siempre y cuando se haga un consumo moderado, que corresponde a una caña diaria las mujeres y dos los hombres", matiza.
El secreto está en la moderación
Ingestas altas y mantenidas de cerveza "lógicamente llevan a un incremento de calorías que se traduce en obesidad". Se trata más de un abuso, "como sucede con cualquier otro alimento", que de la cerveza en sí, a juicio del experto.
Otro factor que no hay que pasar por alto: ¿quién se resiste a la tapa que acompaña a una caña? Da igual lo que sea, unas aceitunas, unos frutos secos o un canapé (atención: suelen ser tentempiés con muchas calorías). Algunos estudios relacionan el apetito con beber alcohol, como uno publicado en 'Physiology and Behavior' que encuentra que, a corto plazo, el consumo de alcohol aumenta el apetito, aunque epidemiológicamente no se traduzca en más obesidad.
Sin embargo, Tinahones, que es jefe del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen de la Victoria, en Málaga, también descarta el argumento de que el alcohol de la cerveza pueda ser el responsable de la tripa prominente. Y expone: "Una cerveza 'sin' o 0,0% puede tener más calorías que una con alcohol, por eso hay que mirar las etiquetas para comprobar el valor nutricional".
En un último intento de agotar todas las hipótesis que justifiquen la barriga cervecera, desde Alimente exponemos que personas con una gran adición al alcohol presentan una tripa hinchada. "En esos casos el problema es mucho más grave", ataja el endocrinólogo, porque "existe un daño hepático importante y se acumula líquido (ascitis). Es una consecuencia del daño crónico del alcohol".
Rendirse a la evidencia
¿Y si el gas de la cerveza fuera el causante de la tripa? Tampoco porque la consecuencia del acúmulo de gas en el sistema digestivo es una distensión abdominal pero no más grasa. Aun así, el especialista admite que "el gas de las bebidas puede alterar la microbiota y favorecer el meteorismo, distensión abdominal, pero es malestar y no obesidad".
No queda otra que rendirnos a la evidencia: la barriga cervecera es realmente obesidad abdominal, más frecuente en los hombres. Como describe el especialista, "es obesidad central (concentrada en la zona del abdomen), una disposición de la grasa que está condicionada hormonalmente" y que depende especialmente de las hormonas masculinas, aunque "algunas mujeres, especialmente a partir de la menopausia, también presentan esta distribución de la grasa".
Lo peor de la barriga no es la estética, sino que la grasa se acumula debajo de la piel, rodeando las vísceras y eso aumenta el peligro de desarrollar diabetes, hígado graso y problemas cardiovasculares.
Por cuestión de salud, se impone deshacerse de esa grasa, y para ello el presidente de la SEEDO recomienda "practicar actividad física de manera regular, ejercicio cardiovascular y de alta intensidad".
Este consejo está avalado por múltiples estudios, entre ellos uno de científicos japoneses publicado en 'International Journal of Obesity' que, después de analizar numerosos trabajos sobre este tema, concluye que "el ejercicio aeróbico, como caminar rápido, trotar ligero o usar un ergómetro estacionario es eficaz para la reducción de la grasa visceral y existe una relación dosis-respuesta entre el ejercicio aeróbico y la pérdida de la grasa visceral en sujetos obesos sin trastornos metabólicos relacionados".
Por tanto, aunque la cerveza no sea la culpable de la barriga (al menos no la más importante), el facultativo destaca que "la mejor opción para apagar la sed es beber agua, da igual que sea con o sin gas, pero agua", aunque no demoniza el placer de una cañita: "Siempre hay que tener un consumo moderado: máximo dos cervezas para los hombres y una para las mujeres".