A menudo, los niños aprenden el estilo de orden de los padres. Si estos lo consideran como un problema o una carga, ordenar se convierte en una tarea desagradable.

Pero el buen ejemplo no es suficiente: requiere que se enseñe de manera regular y sistemática, así el niño adquiere costumbres que irá asimilando poco a poco.

• No exija al niño más de lo que le pide. Si para usted también resulta difícil mantener el orden, intente asignar un sitio específico para cada objeto que sea fácil de recordar. Si el niño conoce el sitio en el que debe colocar las cosas, le resultará más fácil ser ordenado.

• Enseñe con cariño a dejar las cosas tal como las encuentra, a cerrar la puerta de los armarios, poner el jabón en la jabonera, tapar los plumones después de usarlos, etc.

• Asocie el hecho de ordenar la casa con un momento agradable y positivo. Por ejemplo, antes de cenar, al preparar la mesa poniendo cada cosa en su sitio.

• Muéstrele que le gusta mantener la casa en orden y asigne una pequeña responsabilidad: quitar el polvo de los muebles donde están sus juguetes, lavar la fruta o poner la mesa.

• Evite el uso de grandes cestas o cajas para guardar sus juguetes. Esta solución, aunque parezca cómoda, no enseña al niño a cuidar sus cosas, ni tampoco a comprender el orden; es solo una forma de esconder la confusión. En cambio, merece la pena enseñarle a ordenar los juguetes según su tipo en cajas separadas para poner en un estante.

El niño, por ordenado que sea, nunca lo será como un adulto. Si nota que se está esforzando, sin importar los resultados, felicítelo; así se alegrará y esforzará más.

Fuente: mibebeyyo.com