Sentimientos de negación, momentos de incertidumbre y alteraciones en la rutina diaria, son parte del proceso que experimenta una persona diagnosticada de cáncer.
Enfrentarse a un diagnóstico de cáncer es una situación inesperada, que supone un cambio importante en la vida.
Cada persona reacciona de diferente manera ante las situaciones más difíciles de la vida. No hay una misma fórmula para todos, pero en momentos como este los sentimientos suelen ser comunes, según la psicóloga Dina Semsch.
¿Cuáles son las primeras emociones que siente la persona afectada?
Usualmente la emoción reinante es la confusión:
Los pacientes no comprenden, no saben qué pasa y experimentan la sensación de estar dentro de una película, o de creer que la situación la está viviendo alguien más.
Precisamente, por esto es indispensable que cuando reciban el diagnóstico, vayan acompañados de alguien más, porque muchas veces no son capaces de recordar lo que dijo el médico o solo recuerdan porciones de información.
“Sentir tristeza, frustración o ansiedad, no significa que el o la paciente se esté dando por vencido, simplemente son reacciones ante una noticia que nadie quiere recibir”.
Por el contrario, hay quienes utilizan como un mecanismo de defensa el mostrarse fuertes.
Su cerebro trata de protegerlos negando la situación; tratando de dar un tiempo para recuperarse del dolor emocional sufrido.
¿Cómo manifiestan las emociones?
Lo más frecuente es el llanto, la irritabilidad, las explosiones de enojo, la desmotivación, poca energía, e incluso, variantes del apetito y problemas de sueño.
También existen casos donde la ansiedad los gobierna. El primer signo es una sensación en la boca del estómago, como si algo malo estuviera por suceder pero sin saber el qué.
La apatía es también otra forma en la que inconscientemente el o la paciente manifiesta su descontento: no quieren saber de la vida de alguien más, evitan convivir con las demás personas y prefieren aislarse sin permitir ayuda de nadie.
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¿Cómo deben actuar las personas que lo rodean?
Quienes rodean el entorno de la persona diagnosticada son quienes le tienden la mano, le inyectan energía, le prestan el hombro para llorar y quienes inciden de forma indirecta en su calidad de vida.
Es importante que sean ellos quienes reciban la información necesaria del tratamiento, medicamentos, efectos secundarios y tipo de alimentación para que puedan apoyarlos en el proceso de recuperación y sobrevivencia.
“Más que multitudinario, el apoyo debe ser efectivo: coordinando esfuerzos”.
Los co-sobrevivientes deben mostrarse pacientes y dispuestos a escuchar sin desaprobar lo que la persona diagnosticada sienta o inducirla a que reprima sus sentimientos. No es recomendable utilizar frases como: “sé fuerte”, “no llores”, “no te quejes”, ya que eso implica exigencia.
Tienes que hacerle sentir que “puede tirar la toalla al final del día, pero que juntos la retomarán la mañana siguiente”, porque parte de ser realmente fuerte es sentir todo esto y hacerle frente.
¿Se debe acudir a un profesional para aprender a manejar las emociones? ¿Por qué?
Definitivamente sí, pero no solo el paciente, sino también los co-sobrevivientes, para afrontar de una mejor manera la difícil etapa.
Fuente:Dina Semsch
Psicóloga y activista por la salud mental
@Dinasemschpsicologa
dsemsch@gmail.com