Recientemente se le ha dado más relevancia a hablar de salud mental gracias al contenido que se comparte en plataformas como TikTok, Instagram y Spotify. A diario hay usuarios contando sus malas experiencias con otras personas invitándolos a que vayan a terapia o relatando los beneficios que ha tenido en ellos esta práctica.

Esto nos lleva a pensar en la importancia de asistir con un terapeuta para hablar de nuestra vida y nuestros problemas lejos de nuestros celulares y computadoras.

En un año cualquiera, alrededor de 30 millones de adultos estadounidenses se sientan con regularidad en la consulta de una psicóloga o psicólogo. Los países con más psicoterapeutas en relación al número de habitantes son, en orden descendiente, Argentina, Austria, Australia, Francia, Canadá, Suiza, Islandia y EE.UU.

¿Por qué debería cualquier persona hablar con un psicoterapeuta?

La principal razón es que a veces no podemos vernos a nosotros mismos con la suficiente claridad. Visitar a una terapeuta es como recibir una muy buena segunda opinión sobre tu vida de alguien que no forma parte de ella.

Aquí hay que diferenciar entre compasión de amigos y la compasión sabia: la de amigos consiste en darnos la razón y decir que eran los otros quienes estaban equivocados, pues estamos acostumbrados a apoyar incondicionalmente a nuestros amigos cuando tienen problemas, pero no siempre les ayudamos a entender su papel dentro de un contexto más amplio.

Lo que hace el terapeuta es ofrecer compasión sabia, es decir, mostrarnos un espejo que nos ayude a vernos de manera panorámica. Un buen motivo para hablar con alguien es saber por qué nos atascamos en ocasiones, por qué tenemos problemas para avanzar, por qué experimentamos dificultades para relacionarnos, por qué sentimos ansiedad o, tal vez, incluso, algo de depresión, para identificar nuestros puntos ciegos, explica la psicoterapeuta y escritora, Lori Gottlieb.

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¿Cuándo es el momento ideal para acudir a un terapeuta?

Cualquier momento es bueno.

A veces la gente espera demasiado antes de acudir a un terapeuta por considerar que sus problemas no son lo suficientemente importantes.

Existe la tendencia a minimizar la salud emocional. Pero es importante tratarla de forma preventiva y, en caso de estar luchando contra algún problema, no restarle importancia, agrega la profesional estadounidense.

¿Cómo saber si se trata de la terapeuta adecuada?

Si al final de la hora de consulta te preguntas a ti mismo: ¿me he sentido comprendido por esta persona?, ¿me ha ayudado a ver algo que desconocía?, ¿ha contribuido a cuestionar algo en lo que quizás no había reparado?, volvería con esa terapeuta.

En cambio, si vas una semana tras otra a visitarla y tienes la sensación de que no te hace avanzar, cambia de terapeuta.

Consejos de Gottlieb para guardar la calma en estos tiempos que todo altera nuestros nervios.

1. Ser más amables con nosotros mismos. Hay que darse cuenta de que lo estamos haciendo tan bien como nos es posible, en lugar de ponernos niveles de exigencia muy elevados.
2. Tener mucha autocompasión, porque cuando tienes autocompasión también sientes compasión por los demás.
3. Disfruta tus alegrías, es normal sentirse molesto por la situación actual o estar apático, pero también es importante ser capaz de experimentar alegría mientras dure esto. Muchas personas se sienten culpables al expresar algún tipo de alegría, tal vez por pensar que no es lo más adecuado en estos momentos.
4. No minimizar las pérdidas. Mucha gente tiene la sensación de que, incluso sin haber sufrido una pérdida humana o sin haberse quedado sin trabajo, que ha perdido cosas que antes eran normales como salidas con amigos, asistir a una graduación, una boda o clases de tu actividad favorita. También es importante valorar este tipo de pérdidas pero seguir adelante.
5. Hay quienes han descubierto que trabajan mejor desde casa o que son mejores en otro tipo de trabajo. Otros han valorado el pasar más tiempo con la familia o hemos frecuentado otro tipo de personas. Toda esta situación nos ha abierto los ojos para centrar la atención en las cosas que son realmente importantes.

Uno de los mayores beneficios de ir a terapia es advertir cuáles son los patrones que nos hacen tropezar, que nos mantienen atascados, que se repiten una y otra vez.

“Si acabas peleándote en todos los bares, quizá seas tú el problema”, y no los bares a los que acudes, el ambiente que hay allí o las personas que los frecuentan, agrega Lori. Así que algo que la terapia puede hacer por cualquier persona es ayudar a reconocer ciertas pautas de conducta que personas cercanas no lo harían y luego hacer algo para cambiarlas.

Por ejemplo, cuando la gente intenta calmar el dolor de alguien diciéndole “todo estará bien”, la persona que sufre puede tener la sensación de no haber sido escuchada o comprendida. En el fondo, lo que más deseamos como seres humanos es que nos vean, nos escuchen y nos comprendan. Es eso lo que nos hace sentirnos amados.

Necesitamos prestar más atención a nuestra salud mental que termina repercutiendo en todas las áreas de la vida, familiar, laboral, económica, social. Ir al psicólogo, al psiquiatra o terapeuta está bien. Algunas cosas no se solucionan “saliendo a bailar”, “pensando en otra cosa” o con “fuerza de voluntad”.

Deja de estigmatizar la terapia.