La “media lengua” puede resultar simpática hasta cierta edad, pero hay que ocuparse cuando corresponde para que esto no se transforme en un problema de comunicación que, además, puede traer dificultades a la hora de aprender a leer y escribir porque se escribe como se pronuncia… y si se pronuncia mal, se escribe incorrectamente. Una de las dificultades para articular que pueden terminar de esta manera es la incorrecta pronunciación de la “RR”.
La dificultad con la “RR” es muy normal y frecuente, ya que este grupo es de los últimos que se adquiere, junto con “CR”, “TR” y otros con la “R”. Estadísticamente se puede considerar normal que a los chicos les cueste pronunciar la “RR” hasta los cinco años y medio aunque lo ideal es que lleguen a preescolar con todo el sistema fonético adquirido.
Si se trata solo de una dificultad con la “RR”, se puede esperar hasta los cinco años para ver si el niño lo revierte solo, pero si se observa que el niño viene demorando la adquisición de otros fonemas como la “R” y la “D”, lo mejor es empezar con tratamiento fonoaudiológico alrededor de los 4 años. Para esto es fundamental la consulta con el pediatra, en la cual los padres deben preguntar siempre cómo ve el profesional el desarrollo del lenguaje del niño.
Y si se aconseja una consulta temprana, no hay que tener miedo, porque la madre o el adulto que acompaña al niño entra a la sesión, que está centrada en el juego y en la que los adultos participan y aprenden formas de manejarse con su hijo que serán útiles para el progreso del paciente. En otras ocasiones, el profesional puede decidir no trabajar directamente con el niño pero sí darles pautas a los padres. El hecho de que los padres cambien ciertas actitudes produce modificaciones en casa que, en la mayoría de los casos, se traducen en cambios positivos en el niño. Por ejemplo, el solo hecho de empezar a leerle más puede ayudarlo a mejorar; o dejar de señalarle permanentemente que pronuncia mal puede bajar su nivel de estrés y permitirle mejorar su pronunciación al bajar la exigencia sobre la misma.
Como guía, es importante tener en cuenta los patrones básicos de adquisición del lenguaje:
- Entre el año y el año y medio: primeras palabras
- A los dos años: lenguaje combinatorio (dos palabras juntas: “este no”, “dame más”, etc.)
- A los tres años: lenguaje inteligible para personas no allegadas al niño (que no necesite “traductor”). Debe poder mantener una conversación, con tres preguntas y tres respuestas de un mismo tema.
Si a los tres años su lenguaje no es inteligible para cualquiera, hay que estimularlo y, en general, ante todo tipo de demoras en la adquisición del lenguaje, se recomienda llevarlos al jardín desde sala de dos para que reciban un “baño de lenguaje”: horas de estimulación e interacción con pares que no van a hacer un esfuerzo por entenderlos ni a compensar sus dificultades, como sí podría hacer un adulto.
Tanto en el caso de la pronunciación de la “RR” como en las dificultades con otros sonidos, los profesionales indican que el adulto que esté presente cuando el niño pronuncia incorrectamente deben mostrarle cómo se pronuncia correctamente esa palabra y pedir que la repita pero sin insistir más de una vez.
Los señalamientos, por otra parte, tienen que ser coherentes con las posibilidades del niño: si tiene un lenguaje fluido y solo le cuesta la “RR”, se puede marcar, pero si tiene muchas dificultades hay que analizar si se le está pidiendo algo accesible o imposible, que termina resultando perjudicial.
Y para prevenir dificultades en la adquisición del lenguaje y en la comprensión de textos a partir de segundo grado, hay un “medicamento” sumamente efectivo: leerles un rato todas las noches el libro que ellos quieran escuchar.
Cargar las experiencias de lenguaje es la mejor estimulación que podemos ofrecer a nuestros hijos: relatar lo que estamos haciendo, explicarles por qué hacemos cada cosa y acompañar con lenguaje todas las experiencias antes, durante y después de su desarrollo le brinda a los chicos un material riquísimo para adquirir el lenguaje en un entorno de amor y vínculos significativos.
Fuente: planetamama.com.ar