En este mes, donde se celebra la lucha contra el cáncer de mama, es importante concientizarnos sobre el tema e informarnos de las posibles causas que lo provocan.
Las células cancerígenas, también llamadas células cancerosas, son las que dan origen al cáncer. Básicamente, un célula normal de nuestro cuerpo tiene la capacidad de multiplicarse hasta encontrar una función dentro de nuestro cuerpo, también pueden morir y es parte del ciclo correcto que estas tienen.
Sin embargo, las células cancerígenas no poseen dichas cualidades. ¿Qué significa esto? Las células cancerosas desarrollan mutaciones que no son reparadas y pierden la capacidad para morir. Se dividen (multiplican) en grandes cantidades que forman tumores en los diferentes tejidos y órganos del cuerpo, dichos tumores, usualmente, terminarán siendo considerados como cáncer.
Tal multiplicación en el número de células llega a formar unas masas, denominadas “tumores” o “neoplasias”, que en su expansión pueden destruir y sustituir a los tejidos normales.
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Algunos cánceres pueden no formar tumores, como sucede típicamente en los de origen sanguíneo. En sí, nuevamente explicamos que, las células cancerígenas son células "anormales" que todos tenemos en nuestro cuerpo, que se dividen, crecen y se diseminan sin control en cualquier parte del cuerpo.
Las manifestaciones derivadas de la presencia del tumor pueden ser muy variadas, desde un bulto de rápido crecimiento, tos o ronquera persistentes o sangrado digestivo. Conviene recordar que la gran mayoría de estos signos o síntomas son comunes con otras enfermedades (más leves en general). Por lo tanto dependiendo de los síntomas se realizarán un determinado tipo de pruebas encaminadas a realizar el diagnóstico.
Sin embargo, para un diagnóstico de certeza es imprescindible la confirmación histológica, que lleva acabo el patólogo analizando el tumor a través del microscopio. Para ello siempre deberá extraerse y analizarse una muestra del tejido tumoral, con procedimientos como la punción-aspiración o la biopsia.