Comer de forma emocinal es aquella forma de ingesta de alimentos que va precedida de cualquier tipo de emoción (ya sea agradable o incómoda) ya que no es producida por un hambre que vaya de acuerdo a las señales de hambre, y saciedad de nuestro cuerpo. A su vez, se le ha referido como la forma de comer que funciona como un mecanismo para escapar de un malestar emocional.
Utilizar la comida como algo reconfortante, para celebrar, para recordar o incluso para tranquilizarnos; no es algo que sea malo. Es normal que en algún momento recurramos a algunos alimentos dependiendo de cómo nos sentimos; la comida es algo que nos acompaña en reuniones, en momentos importantes, por lo que no es extraño que queramos comer cuando pase algo bueno o malo. Sin embargo, si comer es el único mecanismo que tenemos para afrontar situaciones o estados de ánimo, estamos frente a una situación que debe atenderse.
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A veces comemos para dejar de sentir algunas emociones, para dejar de pensar, y escapar de cierta manera de situaciones que estamos viviendo. A través de este tipo de conducta estamos enseñando a nuestro cerebro, y reforzando este estímulo que nos ayuda a sentirnos mejor.
Nuestro cuerpo llega a asociar que al estar tristes, cansados, aburridos, ansiosos, preocupados la comida estará ahí para rescatarnos, y es así como el acto de comer puede llegar a transformar emociones negativas en positivas en cuestión de segundos.
El problema con el hambre emocional es que no se llena con ningún alimento aunque elijamos cosas que nos hagan sentir bien como dulces, grasas, chocolate, etc. Comer se siente bien porque genera respuestas placenteras en el cerebro, pero al terminar de comer los sentimientos que originaron la ingesta seguirán ahí. Es posible que algunos sentimientos se incrementen después de este comer emocional, como en el caso de sentimientos de culpa o vergüenza, y al no aprender otros mecanismos de gestión emocional la comida empieza a tener poder sobre nosotros.
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Comer emocional es un mecanismo para atravesar cualquier situación, y no es lo mismo que un antojo, es posible que en algún momento comer sea lo que necesitamos para sentirnos mejor y esto no nos define; tampoco nos hace ser personas sin fuerza de voluntad o débiles, pero es importante identificar si esto nos está sucediendo frecuentemente para atenderlo antes que comer se convierta en una situación que se nos salga de control.
Aprende a diferenciar el hambre emocional del hambre real.
Hambre emocional | Hambre real o fisiológica |
Se siente en la boca, y el antojo es mental | Se siente en el estómago |
Aparece de repente | Aparece gradualmente |
Se antojan alimentos específicos | Cualquier comida puede saciarte |
Es insaciable, y generalmente va acompañada de pensamientos/emociones negativas | Es saciada después de comer y no depende de nuestras emociones |
Se come de manera automática y sin pensar | Te das cuenta de las cantidades que estás consumiendo |
Termina con sentimientos de culpa o vergüenza | Termina con satisfacción y placer |
Al identificar que estamos comiendo de manera emocional, es posible que algunas veces no vayamos a actuar distinto, y eso está bien. No debemos juzgarnos, y debemos cuidar nuestro diálogo interno ya que poco a poco iremos entendiendo, profundizando las raíces de nuestro comportamiento e iremos escuchando la voz de nuestro cuerpo.
Si sientes que se te ha salido de las manos, el apoyo psicológico puede ser de gran ayuda.
Fuente:
Lic. Carmen Zúniga
Nutricionista y dietista
@Mononutrición
7841-5690