La buena evidencia sugiere que la pantalla que ven los bebés, antes de los 18 meses, tiene efectos negativos durables en el desarrollo del idioma, destrezas de la lectura y memoria a corto plazo cuando ya son niños.
Lo que los bebés y los niños pequeños necesitan más para aprender es la interacción con las personas que los rodean.
SIn embargo, muchos padres de familia cometen el error de querer que los niños jueguen o se distraigan únicamente con la pantalla de una tablet, celular o viendo televisión.
Muchas son las caricaturas o aplicaciones móviles que se autodenominan como herramientas del aprendizaje infantil; pero varios estudios de pediatras y neurólogos recomiendan no ponerle pantalla a los niños sino hasta que tengan como edad mínima 2 años.
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Si “usted es lo que come”, entonces el cerebro es lo que experimenta y el entretenimiento digital es como comida chatarra mental para bebés y niños pequeños.
Este hábito también contribuye a problemas con el sueño y con la atención. El problema está no solamente con lo que hacen los niños pequeños mientras ven TV; está en lo que no hacen.
Específicamente, los niños están programados para aprender interactuando con otras personas. La danza de las expresiones faciales, tono de voz y lenguaje del cuerpo entre un niño pequeño y los padres no solamente es hermoso, sino que brindan un correcto aprendizaje y desarrollo en las habilidades del niño.
Solamente el tener la TV encendida como ruido de fondo, incluso si “nadie la está viendo”, es suficiente para retrasar el desarrollo del lenguaje.
Los niños pequeños también aprenden a poner atención durante períodos más prolongad y los niños pequeños que ven TV tienen más probabilidades de tener problemas para prestar atención a los 7 años.
Después de los 2 años las cosas cambian (de alguna manera por lo menos). Durante los años preescolares, algunos niños aprenden algunas destrezas de la TV educativa. Los programas bien diseñados pueden enseñar a los niños literatura, matemática, ciencias, resolución de problemas y comportamiento prosocial. Los niños obtienen más de los programas interactivos como Dora la Exploradora y Plaza Sésamo cuando responden las preguntas de los personajes.