A partir de los cuatro años, los niños empiezan a ser más receptivos, es por esto que la práctica del yoga en esta edad es una de las mejores opciones.
Luna, es una niña que tiene una muy buena coordinación para los ejercicios, sabe que sus manos van de una cierta manera, los pies de otra y por la noche realiza sus ejercicios de respiración para tener una mejor relajación”, explica Ana Larios, madre de Luna, de 6 años, que practica yoga desde los 11 meses de edad.
Son muchos los que reconocen que la práctica del yoga en los niños puede ser muy beneficiosa, en parte porque, la infancia es la etapa en la que hay más atención y recepción acerca de lo que los rodea, y por otra parte, porque se empieza a trabajar desde muy pequeños la flexibilidad de los huesos y músculos, de tal manera que al llegar a la adolescencia exista una menor probabilidad de padecer una enfermedad, además de ser un joven mucho más seguro y activo, explica Norma Guillén, instructora de yoga para niños de la fundación “Gran Fraternidad”.
Es mucha la diferencia entre un niño que practica yoga y otro que no, el que lo practica es un niño más consciente de sus acciones, aprende a conocer sus sentidos y a controlarlos, sabe de concentración y equilibra sus emociones.
La práctica del yoga, puede incluso llegar a revertir algunos casos extremos de hiperactividad, como el ejemplo de un niño que estaba medicado con Ritalín (medicamento psicoestimulante para tratar trastornos por déficit de atención con hiperactividad, de síndrome de taquicardia ortostática postural y narcolepsia), después de tres meses con sesiones de yoga, el niño comenzó a mostrar una mejoría en varios aspectos, sus notas subieron de 4 a 8 en conducta, el medicamento se lo empezaron a disminuir, incluso se contempló la idea de retirarlo.
Son 84 posturas de yoga, imitando a los animales y elementos de la naturaleza, se les enseña la “ecología del alma”; de esta manera, el niño aprende a relacionar su vida con el medio ambiente, creando así una responsabilidad social, a comprender y a respetar cualquier forma de vida, asegura Guillén.
Se recomienda ir sin comer, porque si hay una digestión en curso, esto puede afectar algunas posturas.
El yoga para niños debe convertirse en un juego. No se les puede exigir que repitan las posturas continuamente porque lo único que se conseguirá es aburrirles.