Todos los padres de familia, al tener un hijo, sueñan con que nazca fuerte y sano y pueda crecer y desarrollarse de la mejor manera, porque nada compra la sonrisa de un niño feliz y que está bien protegido.

En sus primeros años de vida, ese sueño dependerá en un gran porcentaje de la alimentación que los padres le den al bebé. Está claro que el pequeño no podrá escoger la comida que quiere consumir y, si lo hiciera, escogerá lo que más le gusta que no es precisamente lo que más le ayuda.

El secreto está en las proteínas, las vitaminas, el hierro y el calcio. Si logras balancear y hacer que tu hijo prefiera alimentos que tengan estos componentes, tienes asegurado el crecimiento de tu niño.

• Calcio: Es un mineral presente en los huesos, es fundamental para el sistema cardíaco y la coagulación. Alimentos como la espinaca, los lácteos, frutos secos ayudarán a que su hijo prevenga, desde ya, enfermedades como la osteoporosis.
• Hierro: Su niño lo necesita para su crecimiento físico y su desarrollo mental. Es necesario para producir energía y transportar oxígeno de los pulmones a los músculos y órganos del cuerpo. Si hay deficiencia de hierro, los niños muy pequeños corren un riesgo mayor de desarrollar anemia. Alimentos como el hígado, frijoles y avena lo ayudarán mucho.
• Proteínas: Su niño las necesita para su crecimiento y desarrollo, porque las proteínas son el elemento principal de los órganos, glándulas y músculos. Cada célula viva contiene proteínas y las células de los músculos, los tendones y los ligamentos se mantienen gracias a este importante componente.
• Vitaminas: Son sustancias orgánicas esenciales, necesarias en pequeñas cantidades para el crecimiento, el mantenimiento y el funcionamiento del organismo. Por regla, deben ser obtenidas de los alimentos ya que el organismo es incapaz de producirlas. La excepción es la vitamina D, que puede ser producida por la piel cuando está expuesta a la luz solar.

Si alguno de estos alimentos hace falta, tu hijo puede verse afectado con un crecimiento lento, un rendimiento escolar pobre, deficiencia de atención y, en los peor de los casos, puede ser presa fácil de las enfermedades crónicas e infecciones.

Come saludable junto con tu hijo, que vea que también te preocupas por tu salud y desde temprana edad enséñale que “es lo que come”.