Antes de conciliar el sueño, tu mente necesita ir entrando poco a poco en un estado de sosiego, pero también tu cuerpo agradece posturas y movimientos que lo relajen, que reequilibren su energía y que lo predispongan al descanso.
A través de una respiración consciente y completa, puedes permitir que una mayor cantidad de oxígeno llegue a los órganos y al cerebro, lo que favorece la relajación del sistema nervioso y, por lo tanto, la regulación del sueño.
Establecidos como una rutina, o en noches en las que te sientas agitado, dedica 5 o 10 minutos a practicar estos estiramientos antes de acostarse, te ayuda a calmar la respiración y la mente, liberas tensiones y propicias el recogimiento que lleva al descanso.
Antes de empezar, eso sí, prepara el dormitorio: atenúa la luz, aíslate de ruidos y elige ropa cómoda y agradable.
TORSIÓN SUAVE DEL TRONCO
Con esta torsión, estarás dando una especie de masaje a tu columna vertebral. Muchas veces llegarás a percibir cómo se desbloquea la energía a través de la espalda o incluso del interior de las piernas y los brazos.
- Siéntate cómodamente con las piernas cruzadas, en el suelo o sobre una alfombra o esterilla firme con las piernas cruzadas. Asegúrate de mantener el tronco recto y los hombros relajados.
- Gira el busto hacia la derecha y apoya la mano izquierda suavemente sobre la rodilla derecha. Evita las tensiones innecesarias.
- Sin deshacer la postura realiza tres respiraciones. Luego regresa lentamente al centro y repite el ejercicio al otro lado.
Es importante tomarse el tiempo necesario para realizar los movimientos y mantener la postura, escuchar al cuerpo y en ningún caso forzarlo.
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ESTIRAMIENTO LATERAL
Al alargar y estirar los músculos laterales del tronco, también actúas sobre la columna vertebral y el sistema nervioso. Este ejercicio es muy sencillo y proporciona una sensación muy agradable.
- Siéntate cómodamente en la cama o sobre una alfombra o esterilla. Con las piernas cruzadas, descansa las manos sobre las rodillas y respira tranquilamente unos minutos.
- Toma con cada mano el codo contrario y lleva así los brazos hacia arriba, extendiendo la espalda de forma gustosa, como desperezándote con un gran bostezo.
- Inspira y al espirar inclina el tronco ligeramente hacia la derecha. Regresa al centro y repite el movimiento al otro lado.