Más que una “dieta de moda” una forma de sanar
“No estamos gordos, estamos ácidos”, ¿qué esconde esta frase? La respuesta está en la función del pH (Potencial de Hidrógeno) de nuestro cuerpo; un pH bajo denota acidez y un pH alto muestra alcalinidad. El pH de nuestros estómagos es ácido por naturaleza; al ser trasladados los alimentos al intestino, las secreciones pancreáticas neutralizan el acidez y no afecta el tubo digestivo.
Los seguidores de esta dieta logran modificar el pH de su sangre, así previenen el cáncer al erradicar las células cancerígenas que pudieran sobrevivir y además combaten el sobrepeso.
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Cuando lo que comemos es más ácido de lo que nuestros cuerpos necesitan, el metabolismo no logra alcalinizarnos, al grado de afectar las siguientes funciones:
- Capacidad para absorber minerales
- Producción de energía en las células
- Reparación de las células
- Desintoxicación de metales pesados en el cuerpo.
- Sistema inmune
Los que sí
“La clave” para seguir esta dieta está en consumir más cantidad de alimentos alcalinos que incluyen: Frutas, verduras, condimentos, semillas, legumbres
Los que no
En este régimen alimenticio evita o ingiere en muy pocas cantidades alimentos ácidos como: carne, aves, mariscos, huevos; harina blanca y derivados, leche, lácteos; grasas como aceites y mantequillas, pues vuelven lento al metabolismos lentos, lo que desencadena enfermedades crónicas.
Fuente: Licda. Stefanie Granados, nutricionista. Clínica Nutricional Nutrición y Vida Sana. Tel: 2264-6715