“Si mi madre o mi padre no confían en mí es porque no soy capaz, así que mejor no lo intento porque seguro que me equivocaré”.
Sin confianza no puede haber libertad. Y sin libertad, nuestros hijos no pueden tomar sus propias decisiones. Sin libertad, no puede haber responsabilidad.
Cuando retiras la confianza de tu hijo porque se equivoca, porque comete errores, porque no actúa de acuerdo a lo que tú esperas, le estás limitando sus posibilidades de ejercer su libertad.
Él tiene un clarísimo derecho: el derecho a equivocarse. No puede pagarlo quedándose sin tu confianza. Sin confianza, tu hijo no tiene oxígeno.
Puedes hablar con él, reflexionar y aplicar las consecuencias de su mala decisión. Puedes enfadarte, defraudarte y entristecerte, pero no puedes perder la confianza en él porque equivocarse es parte del aprendizaje. Y es necesario. Sin tu confianza, tu hijo no tendrá fuerzas para crecer fuerte.
Aunque se equivoque, confía en él. Confía en que puede aprender de sus errores porque si no crees en su talento, en sus grandes potencialidades, nunca le darás auténtica libertad. Y sin ella, nunca desarrollará el criterio para decidir correctamente y asumir las consecuencias de sus actos, aprendiendo a encajar las dificultades de la vida.
Lo que necesita cuando se equivoca es tu mediación, no la retirada de tu confianza. Necesita que le ayudes a detectar su error y a que le animes a buscar soluciones.
Por eso, te recomendamos que en las situaciones cuando ha tomado una decisión equivocada, utilices frases positivas y alentadoras para hacerlo entrar en razón y lograr que vuelva a intentar las cosas hasta conseguir el éxito y la satisfacción esperados.
Y cuando acierte, refuerza su buena toma de decisión con frases motivadoras que lo impulsen a continuar su camino de esa manera, con determinación, confianza y responsabilidad.
Fuente: solohijos.com