Las vacunas son la forma más segura y eficaz de proteger a los niños y a sus seres queridos contra al menos 16 enfermedades prevenibles por vacunación (EPV). Específicamente, los niños deben recibir la mayoría de sus vacunas durante sus primeros dos años de vida -de acuerdo con el esquema de vacunación de cada país-, ya que muchas de estas EPV pueden ser más graves en los bebés y ocasionar dolor, incapacidad e incluso la muerte.
- La primera ventaja de vacunar a los bebés desde su nacimiento es que las vacunas fortalecen el sistema inmunitario; es decir, reducen el riesgo de que estos contraigan infecciones, ya que trabajan con las defensas naturales del cuerpo para ayudarlos a generar inmunidad contra las diversas EPV.
- La mayoría de los recién nacidos reciben su primera vacuna (hepatitis B) al nacer, mientras que otras se administran durante controles pediátricos, como es el caso de la vacuna contra la enfermedad neumocócica (que causa neumonía, meningitis, infecciones de oído y sepsis), la poliomielitis, el sarampión y tétanos, entre otras. Los niños mayores y jóvenes también necesitarán refuerzos u otras vacunas para continuar protegidos durante su adolescencia y adultez.
- Otro de los beneficios es que las vacunas no solo protegen a quien las recibe, sino también, a los niños y adultos con los que el infante o persona convive habitualmente. Cuando no se cuenta con el esquema de vacunación necesario, los virus o las bacterias -como el neumococo- pueden viajar muy rápido a través de una población y enfermar a muchas personas, desencadenando un posible brote de la enfermedad infecciosa; sin embargo, al vacunar a suficientes individuos, se puede generar la inmunidad comunitaria o de rebaño.
Las vacunas han disminuido el impacto y erradicado algunas enfermedades, como la viruela, que en su momento provocaron discapacidad y muerte; por eso, la tercera ventaja es que la inmunización protege a las futuras generaciones. Por ejemplo, ya no es necesario vacunar contra la viruela y gracias a la vacuna contra la rubéola, el riesgo de que las mujeres embarazadas transmitan el virus a sus bebés se ha reducido significativamente.
Si bien el neumococo sigue siendo el segundo agente infeccioso que causa más neumonías que requieren hospitalización globalmente, gracias a la vacuna contra esta bacteria, cerca de 175,2 millones de casos de enfermedad neumocócica infantil se evitaron entre los años 2010 y 2019, en el mundo.
Las vacunas: una inversión en salud
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la vacunación es un aspecto esencial de la atención primaria de salud y una de las mejores inversiones a nivel sanitario que puede hacer un país, ya que previene y controla brotes de EPV y, además, fomenta la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos.
A nivel familiar, las vacunas también pueden ahorrar tiempo y dinero, lo cual implica un beneficio más en la lista. Específicamente, porque las enfermedades infecciosas pueden provocar discapacidades prolongadas e inclusive, generar una carga financiera ante la ausencia laboral, por el pago de facturas médicas y cuidados especiales requeridos durante un largo periodo.
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