Manchas roja, picor, inflamación, dolor, Enter. Tiene usted un cáncer de piel. Es lo que suele pasar cuando, ante cualquier dolencia, recurrimos al buscador del Dr. Google en busca de respuestas. Miles y miles de páginas con información, noticias, foros en los que se detallan enfermedades con sus correspondientes síntomas. Si bien Internet puede ser de gran ayuda a la hora de adquirir hábitos de vida saludables y resolver dudas antes de acudir a un especialista, en muchos casos nos encontramos con fuentes que no han sido, para nada, contrastadas.
Y así es como determinado perfil de personas acaban autoconvenciéndose de que sus síntomas corresponden a un tumor maligno en vez de pensar en una simple picadura de medusa por haber estado en la playa, por ejemplo. Es la llamada hipocondría digital o cibercondría, que se caracteriza por la preocupación excesiva por la salud e imaginar síntomas que no son reales.
El límite se traspasa, por tanto, cuando esta conducta de búsqueda de información y datos se realiza de manera impulsiva y recurrente. Y es que, como Internet es infinito, siempre van a encontrar algún síntoma que puedan identificar en su cuerpo. Descartar una patología no impide que cesen en la búsqueda hasta llegar a un autodiagnóstico, por mucho que el especialista y las pruebas médicas digan que no existe la supuesta enfermedad.
Esta preocupación constante altera por completo a sus relaciones familiares, sociales y laborales. Puede afectar la calidad de vida en el sentido de que cada día se levantan con una obsesión, y acudir a un trabajo si tienes tu mente ocupada, con el miedo a estar enfermo y a la muerte es muy incapacitante y genera mucho sufrimiento.
La cibercondría, en realidad, es una nueva forma de expresión de la hipocondría, solo que quienes la sufren disponen de nuevas herramientas. No hay una única causa, pero por lo que la psicóloga ve en consulta, “normalmente estas personas pertenecen a familias que presentan preocupación por las enfermedades o bien han vivido experiencias traumáticas relacionadas con la salud”. Pero, por otro lado, “podríamos hablar de un trastorno obsesivo de la personalidad en el que una de las pulsiones sea comprobar continuamente si existe una patología”.
Una vez detectado el problema -normalmente los propios afectados lo detectan porque es un pensamiento recurrente diario que resulta incapacitante, y si no lo hace el entorno- lo más importante es pedir ayuda a un especialista. La terapia cognitivo-conductual, que es la que practican en centros como Psique Cambio, consiste en desaprender hábitos de pensamientos y de conducta para aprender otros que resulten más funcionales y que ayuden a manejar la ansiedad. También pasa por limitar el número de búsquedas que se realizan a través de Internet. La buena noticia es que estas personas se pueden recuperar fácilmente.
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