La vulvodinia es un problema ginecológico que afecta alrededor del 8 y 10% de las mujeres en las distintas etapas de la vida, alcanzando el 28% de la población femenina en el caso de las mujeres en edad reproductiva; según Jesús Domínguez, presidenta de la Federación de Asociaciones de Matronas de España y portavoz de la especialidad Obstétrico-Ginecológica del Colegio de Enfermería de Madrid (Codem), y Marta Martínez Diez y Jesús S. Jiménez, ambos especialistas del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Regional Universitario Málaga. Según Martínez y Jiménez, la vulvodinia se describe como un dolor similar a un ardor que dura unos tres meses: “El diagnóstico requiere de una completa historia clínica, exploración clínica y test diagnósticos específicos, aunque se trata finalmente de un diagnóstico por exclusión, una vez descartadas las infecciones por hongos y bacterias y otras causas de dolor y disconfort vulvar (cánceres, traumatismos, causas neurológicas, déficit de hormonas como en la menopausia…)”.
Y, ¿cómo tratar la vulvodinia para combatir el picor y el ardor en la vulva? “El tratamiento de la vulvodinia requiere un abordaje multidisciplinar: El objetivo es reducir el dolor y mejorar la calidad de vida”, responde Domínguez y matiza: “Como la causa es desconocida, los tratamientos siguen siendo insatisfactorios”. En esta misma línea, los facultativos del Hospital Regional Universitario Málaga destacan que actualmente existen muchas alternativas terapéuticas, pero la clave está en la combinación de éstas para mejorar los síntomas de la vulvodinia. “En todo caso, es necesario un acercamiento multidisciplinar para el tratamiento adecuado de esta patología”, recalcan.
En su experiencia, Martínez y Jiménez comentan que los tratamientos actuales para controlar la vulvodinia son los siguientes:
- Tratamientos tópicos como lidocaína, gabapentina, amitriptilina y baclofeno, hormonoterapia con estrógenos y/o testoterona y capsaicina.
- Medicación oral como antidepresivos tricíclicos, inhibidores de la recaptación de serotonina y gabapentina o pregabalina.
- Fisioterapia del suelo pélvico y terapias de biorretroalimentación para aprender a relajar la musculatura pélvica y reducir el dolor.
- Bloqueos nerviosos y uso de toxina botulínica.
- Terapias alternativas como la acupuntura o la hipnosis.
- Psicoterapia.
- Láser ginecológico.
- Cirugía.
En cuanto al uso de la psicoterapia para tratar la vulvodinia, la portavoz del Codem sostiene que este tipo de tratamiento es muy importante porque “la vulvodinia tiene un efecto negativo en la calidad de vida de las mujeres y sus parejas y supone una profunda carga emocional personal y social”. Con respecto a la fisioterapia del suelo pélvico, esta enfermera recuerda que están demostrados sus beneficios y que puede ser un buen complemento en el tratamiento de la vulvodinia.
Tratamientos de primera y segunda elección
Existe una amplia variedad de terapias para controlar el picor y el ardor que supone este problema ginecológico que, la mayoría de las veces, es de origen desconocido. Por su parte, Belén Lampaya, ginecóloga del Servicio de Ginecología del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela, coincide en que la vulvodinia no tiene un único tratamiento: lo esencial es realizar un abordaje multidisciplinar. A su juicio, la primera opción terapéutica son las cremas de uso tópico con lidocaína al 5% que, al ser un anestésico, alivia el dolor, aunque no cura la patología de base.
“En mujeres menopáusicas los compuestos tópicos con estrógenos también pueden resultar beneficiosos”, añade esta especialista. Asimismo, esta experta indica que a veces el tratamiento tópico se asocia con antidepresivos porque ayudan a controlar el dolor crónico.
En este punto, Lampaya destaca que “la gabapentina en crema al 4 o 10% en preparaciones tópicas se ha utilizado en el tratamiento de la vulvodinia con buena tolerabilidad y baja incidencia de efectos sistémicos”. Según esta ginecóloga, en el caso de las mujeres con dolor vulvar generalizado se aconseja aplicar esta crema tres veces al día. Por otra parte, existen las cremas tópicas compuestas por amitriptilina y ketamina o amitriptilina y baclofeno que son útiles para aquellas mujeres que quieren evitar los efectos segundarios de los fármacos orales.
“Las cremas compuestas de amitriptilina podrían representar una alternativa a la crema compuesta de gabapentina para mujeres con vulvodinia generalizada: En un estudio prospectivo con 150 mujeres con vulvodinia tratadas con amitriptilina al 2% en crema, el 56% informaron una mejoría leve a excelente y el 10% de las participantes mejoradas señalaron que las relaciones sexuales eran cómodas y sin dolor”, subraya Lampaya.Para esta ginecóloga del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela, la infiltración de toxina botulínica en la zona es un tratamiento de segunda opción y con ello se obtienen resultados, aunque es necesario repetir la infiltración cada 4 o 5 meses.
“Hay novedades terapéuticas en estudio y parece que pueden aliviar a algunas pacientes como son los bloqueos del nervio pudendo, la acupuntura y la hipnoterapia. Los tratamientos recientemente incorporados incluyen el uso de estimuladores”, precisa esta especialista.
En cuanto a la cirugía, Lampaya advierte que “es poco resolutiva y no se recomienda de entrada, sólo algunos casos muy refractarios a otros tratamientos médicos o tópicos serían buenas candidatas a cirugía”.
Reaparición del dolor y el ardor en la vulva
- Una vez tratado este problema, ¿cómo prevenir su reaparición? “Es fundamental evitar todos los desencadenantes que puedan sensibilizar la vulva y provocar de nuevo el dolor. Si es necesario, podemos usar lubricantes durante las relaciones sexuales, o usar compresas o lavado con agua fría para evitar el dolor”, sugiere Domínguez. Además, esta enfermera aconseja prevenir infecciones como la candidiasis y los traumatismos repetidos en la zona vulvar, así como el uso de productos químicos agresivos.
- Para Martínez y Jiménez es importante seguir unas pautas de autocuidado que contemplen una correcta higiene íntima (usar papel higiénico suave y sin perfume, utilizar jabones neutros, evitar salvaslips, optar por compresas de algodón y aplicar cremas emolientes tras la limpieza); el uso de tejidos adecuados y una serie de hábitos durante las relaciones sexuales (uso de lubricantes sin propylen-glicol, aplicación de compresas frías después de tener sexo y orinar después de tener sexo).