La Organización Mundial de la Salud (OMS), los líderes mundiales y los productores de vacunas ya están pensando en ello. Aunque existe un compromiso expreso con la distribución "justa y equitativa", ¿cómo se llevaría a la práctica?
Por el momento, 19 expertos en salud mundial han propuesto un plan de tres fases para la distribución de vacunas. Se llama Modelo de Prioridad Justa y su objetivo es reducir las muertes prematuras y otras consecuencias sanitarias irreversibles de la COVID-19. El artículo se ha publicado esta semana en Science y ha sido dirigido por el Dr. Ezekiel J. Emanuel, vicerrector de Iniciativas Globales y presidente de Ética Médica y Política de Salud de la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania.
Aunque se ha avanzado poco en la descripción de un marco de distribución único y global para las vacunas contra la COVID-19, han surgido dos propuestas principales. Por un lado, algunos expertos defienden que los primeros en vacunarse deberían ser los trabajadores de la salud y las poblaciones de alto riesgo, como las personas mayores de 65 años. La OMS, por su parte, sugiere que los países reciban dosis proporcionales a sus poblaciones.
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Para el Dr. Ezekiel J. Emanuel, desde el punto de vista ético, ambas estrategias son "gravemente defectuosas". "La idea de distribuir las vacunas por población parece ser una estrategia equitativa", dijo Emanuel. "Pero el hecho es que normalmente, distribuimos las cosas basándonos en la gravedad del sufrimiento en un lugar determinado, y, en este caso, argumentamos que la principal medida de sufrimiento debería ser el número de muertes prematuras que una vacuna evitaría".
En el Modelo de Prioridad Justa, Emanuel y su equipo, señalan tres aspectos fundamentales que ellos creen que deben considerarse al distribuir una vacuna contra la COVID-19 entre los países: beneficiar a las personas y limitar los daños, dar prioridad a los desfavorecidos, y dar la misma preocupación moral a todos los individuos.
El Modelo de Prioridad Justa aborda estos aspectos centrándose en la mitigación de tres tipos de daños causados por el coronavirus: la muerte y el daño permanente de los órganos, las consecuencias indirectas para la salud, como la tensión y el estrés del sistema de atención de la salud y la destrucción económica.
Volviendo a la sugerencia propuesta por la OMS, su plan consiste en que se empiece por que un 3 % de la población de cada país reciba las vacunas. Se continuará con la asignación proporcional a la población hasta que cada país haya vacunado al 20 % de sus ciudadanos. Emanuel y sus colegas sostienen que, aunque el plan puede ser políticamente defendible, "supone erróneamente que la igualdad requiere tratar de forma idéntica a países de distinta situación, en lugar de responder de forma equitativa a sus diferentes necesidades". En realidad, los países igualmente poblados se enfrentan a niveles dramáticamente diferentes de muerte y devastación económica por la pandemia, dicen.