La lactancia materna es la mejor forma de nutrición de los recién nacidos y que la Organización Mundial de la Salud recomienda que los bebés sean alimentados mediante lactancia materna exclusiva al menos durante los primeros seis meses de vida y, a partir de ese momento, ir introduciendo en la dieta del bebé alimentos sólidos apropiados a la edad y seguros.
Es cierto que, para muchas madres, la lactancia es una experiencia maravillosa, no solo permite dar el mejor alimento al bebé y fortalecer su sistema inmunológico, además crea un vínculo muy especial entre la madre y el bebé, una conexión y un lazo afectivo que para muchas mujeres que dan el pecho es la mejor parte de la lactancia.
Sin embargo, también hay que tener en cuenta que, a veces, tendemos a idealizar muchos aspectos que rodean la maternidad, ocultando o disminuyendo algunos aspectos negativos. Esto sucede con la lactancia, ya que en muchas ocasiones no se cuentan las dificultades que pueden presentarse a la hora de dar el pecho al bebé.
Las más frecuentes son:
Poca producción de leche
No producir suficiente leche para amamantar al bebé es uno de los grandes miedos de muchas madres, sobre todo si son primerizas. Al principio las madres generan poca cantidad de leche materna, ya que los cambios necesarios para que se active su producción tienen lugar de forma muy lenta. Entre el segundo y el cuarto día después del parto, se considera que finalizan estos cambios y tiene lugar la subida de la leche. Algunos trastornos hormonales como el síndrome de ovario poliquístico, diabetes, tiroides o hipoplasia mamaria –falta de tejido glandular productor de leche en el pecho– pueden estar detrás de una producción de leche reducida.
Una buena idea para estimular la hormona oxitocina y favorecer así que se produzca la eyección de la leche es mantener un mayor contacto piel con piel con el bebé antes y después de las tomas, pero no es la única manera de aumentar la producción de leche: también ayuda amamantar al bebé a demanda y si el bebé no toma suficiente leche durante la toma, utilizar un sacaleches para mantener el suministro regular.
Demasiada producción de leche
También puede suceder lo contrario, sobre todo durante las primeras semanas tras el parto y sentir que se produce demasiada leche. Hay que tener en cuenta que entre la cuarta y sexta semana, cada vez que salga leche de los pechos los niveles de prolactina aumentan y es frecuente que los pechos se llenen rápidamente, se produzcan pérdidas de leche y que salga a chorros mientras el bebé mama.
En estos casos es aconsejable que la madre se extraiga algo de leche de forma manual antes de cada toma para reducir la fuerza de la salida de la misma. Con una toallita se puede limpiar la salida brusca de la leche y se puede también colocar una copa en el otro pecho para recoger cualquier pérdida.
Pérdidas de leche
Es muy habitual que haya pérdidas de leche durante los primeros días de lactancia, sobre todo tras la subida de la leche. Suelen producirse del pecho contrario al que el bebé esté enganchado mamando, mientras la madre duerme boca abajo o incluso el llanto de otro bebé puede estimular la salida de la leche.
Estas pérdidas suelen desaparecer a las seis semanas, pero es conveniente utilizar discos absorbentes desechables o que puedan lavarse dentro del sujetador para evitar que se manche la ropa.
Si las pérdidas son muy abundantes, otra opción es utilizar copas recolectoras de leche en el interior del sujetador, pero siempre teniendo en cuenta que solo puede utilizarse la leche que recojamos durante una toma, guardándola en un contenedor estéril.
Problemas de agarre
Uno de los primeros obstáculos con los que podemos encontrarnos al iniciar la lactancia son los problemas de agarre. Algunos recién nacidos tienen problemas para engancharse al pecho y puede deberse a que el parto haya sido complicado y el bebé no se encuentre del todo bien al nacer, que el bebé sea prematuro o que los pezones de la madre sean planos o invertidos, lo que dificulta el agarre.
Mantener el contacto piel con piel y probar diferentes posturas para amamantar al bebé también ayudará a mejorar el agarre.
Dolor en los pezones
Otro problema muy habitual en la lactancia es sentir dolor en los pezones. Normalmente, los pezones aumentan de tamaño y están más sensibles durante el embarazo. Cuando el bebé nace y empieza a mamar, es habitual que la frecuencia de las tomas, la saliva, la presión y la succión provoquen dolor en los pezones.
Es habitual que la mayor sensibilidad y el dolor se produzcan tras la subida de la leche y, aunque normalmente vayan despareciendo a medida que se establece la lactancia, es muy importante prestar atención y acudir al médico si es necesario para evitar la aparición de grietas en el pecho, por ejemplo.
Algunas cosas que pueden aliviar esas molestias:
- Utiliza protectores de pezones para evitar que la ropa roce
- Aplica lanolina en crema, gotas de leche materna o usar parches de hidrogel.
- Limpia suavemente los pezones con algodones humedecidos en agua al acabar las tomas y deja que se sequen al aire o secálos con una muselina suave y limpia.
La alimentación necesaria en los primeros mil días de vida