El término lactancia prolongada no suele gustar a los profesionales de la lactancia materna. “Preferimos hablar de lactancia en niños pequeños y niños mayores” nos dice Javier Corrillero. “Es un alimento bueno y nutritivo para el niño más allá de los dos años, y no nos parece adecuado llamarla ‘prolongada’ –que significa que dure más de lo normal– porque parece que estamos teniendo que justificar que se le siga alimentado con leche materna pasado ese tiempo”, afirma el matrón, cuando se trata de algo normal y recomendable.
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Existen muchos mitos respecto a la lactancia materna prolongada, desde que no es bueno psicológicamente para el niño o que lo hace muy dependiente, hasta que la salud de la madre se puede resentir. “Amamantar más allá de los dos años no supone ningún riesgo para el niño, ni física ni psicológicamente, ni para la madre. Ningún estudio lo ha demostrado. Hay que hacer que la lactancia materna en niños mayores se llegue a aceptar por todos”, afirma tajante Javier Corrillero.
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De hecho, “se ha visto en estudios asiáticos que los niños que amamantan durante mucho tiempo, cuando se hacen adultos y se independizan de los padres tienden a buscar lugares cercanos. Poseen unos lazos afectivos más fuertes, pero eso no es dependencia”, añade.
Tampoco tiene por qué interferir en el resto de la alimentación, ni causar déficits nutricionales. Un niño de tres o cuatro años que sigue mamando tiene la misma dieta que otro que toma leche de vaca, con una diferencia: en cualquier momento del día o de la noche hace una toma de leche materna. “Hay niños que toman poco pecho por el día porque comparten la comida con adultos u otros niños, que cubre sus necesidades nutricionales. Y por la noche, si comparte el lecho materno, amamantan”, explica el matrón.
La Semana Mundial de la Lactancia Materna se celebra todos los años del 1 al 7 de agosto.