Cada día estamos rodeados de sonidos. La televisión, la radio, los electrodomésticos y el tráfico son sonidos que rara vez podemos evitar. Normalmente se escuchan a niveles saludables, que no afectan la audición, pero no por eso deja de ser peligroso.
La exposición a sonidos muy altos que duran largo tiempo (como el ruido del tráfico) pueden causar daños en las estructuras del oído interno, lo que termina en la pérdida poco a poco de audición.
Además, esta se puede desarrollar al estar expuesto, aunque sea una sola vez, a un sonido intenso como el de una explosión o la exposición continua, prolongada, a ruidos fuertes como los de una carpintería.
¿Qué ruidos afectan?
Algunas fuentes de ruido que pueden causar la pérdida de audición son: motos, cohetes y armas de fuego, pues todas emiten de 120 a 150 decibeles, que son unidades que miden el nivel sonoro.
Por ejemplo, el zumbido de una refrigeradora es de 40 decibeles, el de una conversación normal en un lugar cerrado es de unos 60 decibeles. Los sonidos impulsivos pueden resultarle en la pérdida de audición inmediata momentánea y hasta permanente. Este problema puede ir acompañado por zumbidos, silbidos o ruidos en los oídos y cabeza, que disminuyen con el transcurso del tiempo.
La exposición continua a ruidos fuertes también puede producir pérdida auditiva, pero este es un proceso más gradual en comparación a los ruidos impulsivos.