Continuando con el tema de adicciones de belleza, en esta ocasión me centraré en aquellas personas que son amantes de los productos de belleza, pero no me mal entiendan, ya que cuidarse el rostro y el cuerpo o querer lucir bien no es algo dañino, lo malo es cuando exageramos en el proceso.
En este caso, les comento que las "Beauty Holic" por lo general son mujeres que no pueden vivir sin maquillaje, cremas y tratamientos cosméticos; a tal grado que nunca se les verá con un look natural y mucho menos saldrán de sus casas con nada de maquillaje en el rostro.
En este sentido, la frase "beauty holic" hace referencia a una compulsión por los productos y servicios de belleza que sobre pasa los límites normales de tener algunas cremas en el tocador. Por lo general las mujeres pueden tener un arsenal incontable de productos para diferentes funciones que quizá ni siquiera necesitan, pero que tienen el deseo de tenerlos.
Las beauty holic gastan grandes cantidades de dinero en mantener esta adicción y puede compararse con los mismos gastos en los que incurre un alcohólico para mantener su vicio. Una de las consecuencias de esta adicción se centra en el aspecto económico, ya que ningún producto de belleza es de bajo costo y mucho menos cuando se compran en grandes cantidades, pero además de esto se suman los posibles efectos secundarios de usar productos de belleza que no se necesitan, dañando la piel, aportándole grasa, aparición de granos, hipersensibilidad a los componentes de las fórmulas, irritaciones, etc.
Según lo anterior, el problema de esta adicción radica en dos aspectos: El primero se basa en la inseguridad de las personas, ya que no son nada sin sus productos de maquillaje y se sienten vulnerables cuando no tienen el rostro perfectamente maquillado. En segundo lugar y como cualquier otra adicción, este problema afecta la economía del que lo padece, ya que se invierten grandes cantidades de dinero en productos de belleza y maquillaje de forma exagerada, es decir, que estas personas no están contentas con una barra de labios rojo rubí, ya que ellos deben comprar tres o cuatro del mismo tono por si se les llega a terminar.
Como mencionaba al inicio de este artículo, querer lucir bien no es un pecado, pero los excesos al consumir productos y tratamientos de belleza como gastar más en ellos que en otras necesidades del hogar, comprar tres o cuatro veces por semana, imposibilidad de ahorrar ya que experimentan la necesidad de gastar el dinero que sobra en más tratamientos y, la incapacidad de decir no al momento de estar en una tienda; son señales de alarma que se deben tomar en cuenta para evitar que el amor por la belleza se convierta en una horrible y problemática adicción.
Por Bárbara Folgar