Existe un principio filosófico que solemos olvidar: “NADIE DA LO QUE NO TIENE”. En un entorno social que nos demanda constantemente evidencias de éxito, que a su vez se vuelven indicadores de felicidad, vamos poco a poco olvidando lo que realmente queremos, lo que realmente somos, lo que realmente anhelamos y lo que realmente sentimos… olvidándonos totalmente de nosotros y buscando consciente e inconscientemente, demostrarles a los demás, que sí hemos alcanzado “una buena vida”.
Poco a poco perdemos el brillo natural y tarde o temprano entramos en una CRISIS EXISTENCIAL. Las crisis en realidad son una forma maravillosa de cuestionarnos, valorar lo que hemos hecho y decidir qué queremos hacer. El punto es que no necesariamente tenemos que ingresar en una crisis, para lograr alcanzar un EQUILIBRIO entre EL SER Y EL TENER. Recordemos que EL SER, es el motor perfecto para lograr EL TENER.
Cuando mente y corazón están en desacuerdo, vienen los tsunamis emocionales, que perfectamente pueden ahogar a la más sensata y racional de las criaturas. Esto se da porque internamente se necesita hacer una alquimia, una mezcla diferente de pensares y sentires, para lograr un nivel de FELICIDAD y AUTOSATISFACCIÓN, que nos permita seguir adelante cumpliendo con nuestros roles.
¿Qué hacer?
1. Dese un espacio para usted y haga lo que más le gusta. Recuerde que si el hombre o la mujer están mal, no funcionarán los otros roles: padres, amantes, amigos, profesionales, consejeros, etc. Es su primer estado de hombre o mujer el que sostiene los demás roles. No al contrario.
2. ¡Atrévase a soñar y ejercítese! Cuando nos expandimos y nos atrevemos a tener una estrella que seguir, nuestra mente genera endorfinas de felicidad, así como cuando ejercitamos nuestro cuerpo.
3. Autoobservación. Observe lo que está pensando, sobre todo cuando experimenta un estado de ánimo decaído. Recuerde “Donde está su mente, está su realidad”. Son precisamente la calidad de pensamientos que nos permitimos tener, los que desencadenan todo el tipo de emociones negativas: tristeza, angustia, apatía, temor, etc.
4. Orar, Visualizar y Escuchar. Acérquese a la Divinidad en un estado de receptividad, no únicamente para hablarle de todas sus emociones. El Creador ya las conoce. Es importante que además de pedir, afirme que lo que ha solicitado ya está viniendo a su vida, imaginando cómo será ese momento y luego sumergiéndose en el silencio… escuche, enfóquese en su respiración y medite en la presencia de Dios.
5. Sintonícese con el Amor. Durante el día haga varias paradas en la estación del amor: recuerde a sus hijos, la mirada de sus mascotas, algún evento que le provoque una sonrisa. Puede también sintonizarse con el Padre-Madre: orar brevemente, inhalar de su amor, repetir alguna palabra de poder “amor”, “paz”, “verdad”… Esto hará que sienta y acepte que no está solo, que hay cosas muy valiosas en su vida.
6. Busque Ayuda. Si no puede asistir a un terapeuta especializado, busque a un pastor, un sacerdote, alguien de su confianza con quien pueda hablar. Muchas veces desahogar nuestro corazón, es el primer paso de una sanación duradera.
¡Anímese! ¡Todo se puede sanar!
Fuente: Verstat Bohintuk
Psicoterapeuta Bioenergética
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