Las mascarillas se pueden clasificar de dos formas diferentes: según el números de usos (de un solo uso o reutilizables) o en función del uso final recomendado (EPI, quirúrgicas e higiénicas).
Las EPI y las quirúrgicas son, en general, de un solo uso. Las higiénicas suelen ser reutilizables hasta un número de lavados determinados.
En adelante, cuando hablemos de mascarillas higiénicas reutilizables nos referiremos a las conocidas como “mascarillas de tela”. Estas mascarillas están reguladas por una norma y deben cumplir con dos requisitos técnicos básicos: eficacia de la filtración y respirabilidad.
Las mascarillas que no cumplen esta normativa se consideran “caseras”, no siguen ninguna regulación y, por tanto, no tenemos conocimiento de su nivel de protección frente al virus.
Nivel de protección
La clasificación de las mascarillas en función del grado de protección la podemos relacionar con la capacidad de filtración. Así, se distinguen:
- Mascarillas tipo EPI: clasificadas como FFP1, FFP2 y FFP3 según sea su nivel de filtración de partículas en suspensión (78 %, 92 % o 98 % respectivamente).
- Mascarillas quirúrgicas del tipo I o II: con niveles mínimos de eficacia de filtración bacteriana de 95 % y 98 % respectivamente.
- Mascarillas higiénicas: que pueden ser de un solo uso o varios usos (reutilizables), con niveles mínimos de filtración bacteriana de 95 y 90 % respectivamente.
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Es muy importante entender claramente el significado de los grados de filtración y cómo se están midiendo.
En las mascarillas tipo EPI se mide la capacidad de filtración de partículas de más de 0,3 micras, mientras que en las quirúrgicas e higiénicas se determina la eficacia de filtración bacteriana (partículas mayores de 3 micras). Por lo tanto, las de tipo EPI presentan una alta capacidad de filtración frente a partículas unas 10 veces más pequeñas que el resto de mascarillas.
Una alta capacidad de filtración bacteriana de partículas superiores a 3 micras no garantiza que se filtre un alto porcentaje de partículas más pequeñas. Puede que una mascarilla esté filtrando un alto porcentaje de bacterias pero no, en cambio, de virus en suspensión.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el virus se trasmite por aerosoles (tamaño inferior a 5 micras) pero también por gotículas, que son de tamaño mucho mayor.
De todo lo mencionado anteriormente se podría obtener una primera conclusión evidente: las mascarillas de tipo EPI (FFP2 o FFP3) son las que nos proporcionan una mejor protección ante los aerosoles que contienen virus.
Estas mascarillas son especialmente recomendables en espacios pequeños poco ventilados y con una elevada carga viral. El personal sanitario expuesto a estas condiciones extremas es el perfil de usuario idóneo para estas mascarillas. Así lo aconseja el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.