El aire es un elemento imprescindible en la supervivencia del ser humano, y que este aire sea puro supone un beneficio exponencial para dicha supervivencia.
Para que la vida del ser humano sea óptima, el aire que respira debe ser el más puro posible ya que el aire nutre de oxígeno los pulmones, la sangre y, en consecuencia, el resto de órganos. Y aunque resulte sorprendente, en espacios interiores el aire es entre 5 y 10 veces de peor calidad que el aire exterior, según diversos estudios de la OMS, incluso en áreas urbanas.
Entre los contaminantes que se encuentran en el interior de viviendas, oficinas o locales de restauración u ocio podemos numerar: el monóxido de carbono, compuestos orgánicos volátiles, dióxido de azufre, ozono, productos químicos de uso doméstico (desde higiene a cosmética), óxidos de nitrógeno, radón o el humo del tabaco. Además de hongos, moho, virus, bacterias o pelo de animales.
Todos estos agentes contaminadores del aire son perjudiciales para la salud y pueden generar también alergias que afectan a las vías respiratorias.
Recomendaciones para mejorar la calidad del aire
En primer lugar, reducir la exposición de las personas a los agentes contaminantes. Evitar la presencia de niños y personas sensibles cuando se limpie. Encender los extractores de aire cuando se cocine o evitar encender velas y ambientadores en la casa son algunas formas de evitar la exposición o reducirla.
Llevar a cabo prácticas de ventilación adecuada, esto es: abrir ventanas (y puertas si es necesario) para que haya renovación del aire en el espacio interior. El tiempo de apertura dependerá de las condiciones del espacio exterior, pero lo más efectivo es hacerlo un par de veces al día en los domicilios. En los establecimientos públicos y lugares de trabajo, lo ideal es combinar la ventilación mecánica con la ventilación natural.
Además, las unidades de ventilación y filtros de aire deben contar con sus pertinentes revisiones para que mantengan un estado óptimo de conservación que garantice una adecuada calidad del aire. Otro buen aliado para mejorar el aire interior son los purificadores y desinfectantes de aire.
El tabaco es el mayor contaminante en espacios interiores
Otra de las cuestiones que afectan a la calidad del aire es la humedad y la temperatura. Cuando ambos factores ambientales son muy altos, el aire es de menos calidad, lo que supone un mayor riesgo para la salud ya que pueden proliferar organismos como virus, hongos y moho.
Por último, todas las instituciones encargadas de estudiar la calidad del aire (OMS, Ministerio de Sanidad, Medio Ambiente, diversas consejerías, instituciones internacionales) definen como uno de los componentes que más agentes contaminantes aporta al interior de la vivienda el humo del tabaco y desaconsejan que se fume, sobre todo en el interior.
La calidad del aire es un derecho fundamental que la OMS reclama y que en países de la Unión Europea ya está legislado y recogido en diversas normativas que se aplican en las nuevas construcciones, lugares de trabajo, etc.
Los beneficios de respirar aire de calidad son tan amplios que abarcan desde una mayor calidad de vida, que se traduce en alargamiento de esta, hasta más productividad en el trabajo; además de mejorar el sueño, aportando calidad en el descanso, reducción de bajas laborales y, en general, un mayor confort.
Y teniendo en cuenta que el ser humano respira hasta cuatro millones de litros de aire anualmente, es hora de plantearse qué calidad tiene este aire y si no está en nuestras manos mejorar el que fluye en el interior.