Un perro puede llenarnos de muchas alegrías e incluso deja de ser solo una mascota: se vuelve en el miembro más consentido de la familia. Sin embargo, debemos admitir que en otras ocasiones los perros pueden dar dolores intensos de cabeza porque no sabemos cómo mantener aseada nuestra casa.
El hecho de tener un perro no implica que vamos a descuidar el aspecto de nuestro hogar. Por nuestro bien (y la buena imagen ante nuestros invitados) es importante que seamos cuidadosos a la hora de limpiar.
A continuación te dejaremos algunos consejos para que la relación entre la limpieza de tu casa y tu perro empiece a dar frutos.
- Olor de la casa. Es desagradable cuando una visita entra a la casa y se dé cuenta que tienes perro porque tu casa huele así. No utilices desodorantes ambientales, porque disimulan el mal olor, no lo eliminan. Lo mejor es que bañes a tu perro (de preferencia cada 15 días), lo seques bien y tengas cuidado de su aliento.
- Donde duerme. La cama de tu perro también merece aseo; no lo puede hacer él, hazlo tú. Procura lavar sus mantas, almohadas y cojines al menos una vez a la semana.
- Sus pertenencias. No las amontones; es desagradable. Los juguetes con los que juega o el plato donde come deben estar aseados, no porque sea un perro debe estar viviendo en lo sucio.
- Pelos. Si eres de los que tienes perros peludos, este es un problema común. Cepíllalo con frecuencia y de preferencia en el patio. Verás como te ahorrarás el encontrarte pelos por todas partes.
- Educación. Enséñale a tu perro buenos hábitos de aseo: que haga sus necesidades fuera de casa, que no se suba al sofá y que no busque rastros de comida en el basurero. Edúcalo desde que es un cachorro.
Pon en práctica estos consejos y descubre con tu familia y con tu perro qué es lo que puede funcionar para que exista una mejor convivencia. ¡Ah!, tampoco maltrates a tu mascota, aprendan a vivir juntos y no olvides que él también tiene necesidades.