Todos sabemos que mentir está mal y que una mentira conduce a otra. No es un buen hábito, y es considerada una falta de honestidad. Pero para muchos padres de familia mentir acerca de si Santa Claus es real o no, se considera como una de las populares “mentiras inocentes” que no buscan dañar a nadie, simplemente mantener viva una tradición y espíritu navideño.
De pequeños, más de alguna vez nuestros papás nos recordaron que Santa nos estaba viendo todo el tiempo y si nos portábamos mal, no nos traería regalos desde el Polo Norte.
“Es muy fácil hacer creer a un niño que Santa Claus existe, ya que utiliza el pensamiento mágico”, afirma Karl Rosengren, psicólogo cognitivo de la Universidad de Northwestern.
Es entre los seis y ocho años, cuando los niños empiezan a utilizar la lógica y la razón, que comienzan a cuestionar su existencia. En otras ocasiones, los niños se enteran en la escuela o por sus hermanos mayores.
Responder con la verdad a nuestros hijos cuando comienzan a preguntar si Santa Claus de verdad existe no es tan sencillo como “sí” o “no”, y enterarse puede significar el fin de la ilusión propia de la época. Como padres de familia debemos pensar y analizar muy bien qué responderemos ya que todos los niños reaccionan de distinta manera y algunos pueden percibirlo como un engaño o una traición.
Es recomendable aclarar que Santa Claus es un símbolo de generosidad y bondad, basado en una persona real: San Nicolás, quien nació en la ciudad de Myra, Turquía en el año 280.
Cuentan que un empobrecido hombre padre de tres hijas, no podía casarlas por no tener los recursos necesarios. Enterado de esto, cuando llegaron a la edad de casarse, Nicolás le entregó una bolsa llena de monedas de oro a cada una de ellas. Todo esto fue hecho en secreto por el sacerdote, quien entraba por una ventana y ponía la bolsa de oro dentro de los calcetines de las niñas, que colgaban sobre la chimenea para secarlos.
Explique a sus hijos que todos los rituales asociados con este personaje, son una manera de expresar amor y la alegría de dar. Es importante aprovechar esta oportunidad para enseñarles a sus hijos que deben ayudar a que el espíritu de Santa Claus siga vivo, compartiendo lo que tienen con los demás y ayudando las personas menos afortunadas.