Octubre ha llegado primoroso y lleno de esperanzas. En Revista VIDASANA sabemos que es un mes para enfatizar los hábitos saludables, pero también para recordar la importancia del autoexamen y los chequeos que permiten un diagnóstico temprano.
Es el momento para honrar a esas mujeres luchadoras, a las que se marcharon y también a las que continúan rompiendo sus temores en cada batalla, viviendo un día a la vez, pero aferradas a sus sueños y a los que aman.
Las invitamos a seguir cuidándose, sin olvidar que la prevención y los chequeos son de por vida, tal y como nos comparten médicos y sobrevivientes en esta edición.
Luego de los tratamientos radicales, las pacientes diagnosticadas con cáncer de seno, por lo general deben tratarse por un promedio de cinco años, apunta el Dr. David Larín, ginecólogo oncólogo. Indica que existen al menos cuatro inmunoperfiles de pacientes: luminal A, luminal B, Her 2 y triples negativos, siendo los más frecuentes los luminales, en un 75 a 80 % de los casos. Como parte del tratamiento, las pacientes son candidatas a terapia hormonal antiestrogénica, con medicamentos que se administran por un período de 5 a 7 años, según la evaluación de factores de riesgo de recidiva (reaparición de la enfermedad).
¿Doctor, puede una paciente llegar a asumirse como curada o libre de cáncer?
El término correcto es remisión de la enfermedad o Supervivencia Libre de Enfermedad. El cáncer en etapa 0 es cuando una paciente está más cercana de llegar a emplear el término de “curación”: cuando un tumor no tiene posibilidades de llegar a dar lesiones metastásicas. Por ello, el llamado a la prevención y la detección en esta etapa es crucial.
¿Los chequeos para una paciente deberían ser de por vida?
Luego de los tratamientos del cáncer de mama, que pueden incluir los cinco pilares del tratamiento (cirugía, quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia y bloqueo hormonal), la sobreviviente inicia su período de vigilancia clínica o follow-up. Las guías internacionales sugieren un control estrecho cada tres a cuatro meses los primeros dos años, y cada seis meses los siguientes tres años. En este tiempo, se evaluarán los sitios frecuentes de recidiva clínica, ya sean en la misma zona del cuerpo o a distancia, se indicarán estudios de imagen y “estudios de extensión”, como marcadores tumorales y mamografía, con la finalidad de demostrar la remisión. Luego de completar los primeros cinco años de seguimiento estrecho, la paciente puede continuar sus controles anualmente.
¿La fe y el apoyo familiar son parte del tratamiento?
No solo el tratamiento es importante, si no en el seguimiento. Siempre les recuerdo a mis pacientes que la fe es vital en este proceso y cito bíblicamente: “La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven", Hebreos 11,1.
Un paciente con actitud positiva se adhiere más al tratamiento, su inmunogenicidad mejora y está más receptiva a las recomendaciones, esto sumado al apoyo de su familia, amigos y grupos de apoyo, vitales para el refuerzo de los objetivos terapéuticos”.
RECOMENDACIONES DEL ESPECIALISTA
EVITAR EL SOBREPESO, ya que se ha correlacionado con una respuesta desfavorable al tratamiento y con un mayor riesgo de recidiva.
DIETA SALUDABLE Y EJERCICIO. Estudios epidemiológicos han demostrado el beneficio en la evolución de las pacientes con dietas bajas en grasas y ejercicio físico vigoroso de al menos 150 minutos a la semana. Se recomienda seguir una dieta rica en frutas, verduras y hortalizas frescas (al menos dos piezas de fruta diaria), reducir la ingesta de carne roja (una a dos veces por semana) e incrementar el consumo de pescado azul, aceite de oliva, lácteos y todos los elementos de una dieta mediterránea.
EVITAR EL CONSUMO DE TABACO
MODERAR EL CONSUMO DE ALCOHOL. Se recomienda no consumir más de 20 gramos de alcohol al día, equivalentes a 250 ml cerveza, una copa de vino tinto (150 ml) o un cuarto de vaso o 25 ml. de una bebida de mayor graduación (ginebra, whisky, anís, tequila).
ESTAR ATENTO A UNA POSIBLE RECAÍDA O SEGUNDOS TUMORES. Deben reportar a su médico síntomas como dolor óseo persistente que aumenta con la movilización y no cede con el reposo; tos persistente, disnea (dificultad respiratoria o falta de aire), cansancio, anorexia, pérdida inexplicable de peso, sangrado vaginal en mujeres postmenopáusicas, cambio en el ritmo intestinal, rectorragia o dolor de cabeza persistente.
CONFIRMAR LA ADHERENCIA A LA TERAPIA HORMONAL ANTIESTROGÉNICA, control y refuerzo para mantener el tratamiento, por periodos de cinco a siete años.
CONSIDERACIÓN LABORAL. En caso de tratamiento complementario, se recomienda esperar un tiempo prudencial para que la paciente se recupere de efectos secundarios.
Fuente: Dr. David Larín
Ginecólogo oncólogo
davidlarinmd@gmail.com
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