Sexualidad

Lo que no les gusta a los hombres en la intimidad

lunes 8, junio 2015 - 8:33 am

pareja ellos

Las mujeres tienen muchas manías que pueden llegar a romper el momento de romanticismo con la pareja o simplemente interrumpir la pasión. Sepa cuáles son según ellos, y cómo cambiar para mejorar el encuentro.

Es sabido que en general, los hombres tienen un deseo sexual mayor que el de las mujeres. Y esto se da más que nada por una cuestión cultural, que siempre los ha ubicado en el lugar de “activos” de la sexualidad. Las mujeres en cambio, tuvieron que generar muchísimos movimientos para acceder a un lugar de derecho y permiso hacia el ámbito sexual.

La psicóloga y sexóloga Adriana Arias comenta que “las mujeres hemos tenido durante décadas que aprender a dormir el deseo ya que nos estaba vedada su expresión. Por otra parte, el estilo erótico femenino, es menos genital que el de los varones. Esto hace que el concepto de ‘necesidad’ sexual -tan aceptado en el varón-, no nos atraviese a nosotras. Nuestro erotismo tiene otros componentes y otra dinámica”, dice Arias.

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Según la especialista, podemos decir que hoy la mujer es más desinhibida y aún con dificultades no del todo resueltas, se permite ser más protagónica. De todas formas, conserva una serie de “manías sexuales”, que no le permiten “desatarse” por completo, a la hora de tener un encuentro sexual. ¿Cuáles son estos “clásicos” que se repiten en casi todo el universo femenino? Arias detalla los 10 principales, y da las claves para soltar estas trabas y vivir una sexualidad plena:

Manía 1

Problema: A las mujeres les cuesta más disociarse. Por lo tanto, la entrada en lo sexual está siempre cargada de lo mental (pensamientos que nos inhiben, preocupaciones, etcétera), lo que traba la entrega.

Explicación: La sexualidad femenina es en un sentido positivo mucho más integrada que la del varón. Sin embargo, esta misma particularidad es la que hace que nos cueste separar los componentes de las áreas que no están directamente ligadas a lo sexual. El hecho de que el varón disocie muchas veces de manera excesiva (eliminando todo aspecto que influya), profundiza esta dificultad en nosotras. Mientras el hombre está atento a su deseo, las mujeres nos defendemos resistiéndonos a través de la sobre presencia de temas ajenos que nos distraen y atentan contra la entrega sexual. El punto es que quienes más nos afectamos con esta posición somos nosotras mismas, más allá de lo molesto que sea para nuestro partenaire. Toda presencia de lo mental a la hora de la sexualidad, inhibe la fuerza del deseo. La típica frase femenina: “él solo piensa en eso”, es la definición más patética del desencuentro entre los géneros.

Salida: Nosotras enjuiciamos al varón por “pensar en eso”, y nos adjudicamos la razón por el hecho de estar atentas a otras cuestiones “más importantes”. Sin dudas, esta es una de las trampas en las que caemos las mujeres. Perdemos de vista que “eso” nos pertenece y es nuestro derecho, que enfocarnos en el deseo debe ser nuestra prioridad y no solo la del varón, que debemos darnos ese permiso y no justificarnos con el vulgar argumento de que lo cotidiano, lo doméstico, la rutina, las responsabilidades, son más importantes y valiosas. En tal caso, lo importante es salir de esa polarización que ubica al varón en el “deseante frustrado” y a la mujer en la “deseada resentida”.

Manía 2

Problema: Nos afectan mucho más las cuestiones de la estética (olores, aspecto nuestro y del otro) y por lo tanto estamos atentas al aseo especialmente de los genitales.

Explicación: Este aspecto forma parte de la particularidad de la erótica femenina. Saber hacer uso de ella podría ser positivo y sumar en el encuentro sexual. Sin embargo, en muchos casos es uno de los argumentos típicos de la fobia o aversión sexual. El asco, el dolor, las cosquillas, son formas de rechazo que nos alejan del deseo y de la apertura en el acto sexual.

Salida: Si a nosotras nos gusta más con ricos aromas, con la piel más suave, con cierto protagonismo de lo estético, pues hagámonos cargo de ello y seamos partícipes de generar lo que deseamos, en vez de sostener un discurso negativo que nos haga soportar o rechazar el cuerpo propio o el del otro.

Manía 3

Problema: La presencia de la verguenza y el pudor, hace que muchas veces reduzcamos la expansión sexual (hacerlo a oscuras, preferir no decir ni escuchar del otro determinadas palabras durante el sexo, etcétera.)

Explicación: La vergüenza y el pudor son argumentos culturales para justificar nuestras restricciones y trabas. Son conceptos que acompañan la idea de que la mujer debe ocultar sus pasiones y debe mostrarse más vulnerable ante la potestad del deseo. Aún hoy, el mito de la “virgen”, la misteriosa, la que se oculta, la “mojigata”, la inocente, sigue vigente.

Salida: Es sumamente importante tener presente que el erotismo se lleva pésimo con lo adecuado, lo que corresponde, lo inhibido y lo prohibido. Tenemos que animarnos a jugar con nuestra imaginación, sacarnos el velo y desnudarnos concreta y simbólicamente.

Manía 4

Problema: Tenemos más atención en el afuera que los varones (nos cuesta tener sexo si sabemos que hay gente cerca o puede haberla, la idea de que los niños se despierten, los sonidos demasiado fuertes).

Explicación: Este aspecto de la erótica femenina tiene que ver con lo antedicho respecto a nuestra dificultad de disociación. Nos cuesta separar las cuestiones ajenas al hecho del deseo en sí mismo. Suponemos que por estar más atentas a lo que sucede a nuestro alrededor somos más responsables, y criticamos al varón por responder al “instinto” sexual (por el cual puede desprenderse de la influencia del afuera y no preocuparse por ningún otro tema que no sea su necesidad de contacto físico). La mayoría de las veces se trata de una excusa más para no integrarnos con nuestro derecho al placer.

Salida: Es bien simple. Organicemos nuestro espacio íntimo como para sentirnos cobijadas y seguras. Hagamos respetar nuestra privacidad. Puertas cerradas, niños durmiendo en horario adecuado, televisión apagada, y a disfrutar.

Manía 5

Problema: No nos animamos a pedir explícitamente lo que deseamos y de la forma en que lo deseamos reduciendo así nuestras posibilidades de placer.

Explicación: Las mujeres seguimos sosteniendo el mito de que la sexualidad pasa fundamentalmente por lograr la satisfacción de los varones. De este modo circunscribimos la escena sexual a aquello que suponemos saber del deseo de nuestra pareja. En la mayoría de los casos nos sobre-adaptamos a formas, tiempos y estilos que no nos son del todo propios. Creemos que marcar y compartir nuestras necesidades, explicitar ritmos, formas y técnicas favorables para nuestra excitación, es una forma de frustrar la dinámica propuesta por el varón. Este tema es fundamental. Tenemos que tener más confianza en nuestras sensaciones y aportarlas a la pareja para sumar y ampliar el espectro de nuestro erotismo. Debemos informar y estimular a nuestra pareja a bucear en nuestro cuerpo de modo de facilitar la comunicación sexual.

Salida: Las mujeres reconocemos en mayor dimensión el lenguaje de los sentidos y sensaciones, sabemos del valor de la piel como territorio erótico de primer orden, entendemos de sutilezas, ritmos y texturas, incorporamos la emocionalidad a la sexualidad y de ese modo aportamos para que la misma no se reduzca a la genitalidad. Por lo tanto, es de vital importancia el aporte que hagamos informando a la pareja, ya que esto permite no solo integrar sino explotar todos los recursos que tiene nuestro cuerpo erótico.

Manía 6

Problema: Nos cuesta expresar y escuchar las fantasías sexuales (reprimiendo de este modo uno de los canales fundamentales del erotismo que es la imaginación).

Explicación: Fundamentalmente nos cuesta escuchar las fantasías de nuestra pareja porque nos dispara las propias y eso nos asusta. Emblematizamos el hecho de que nuestra sexualidad está basada exclusivamente en el amor y no en el despliegue de fantasías alejadas del sentimiento amoroso.

Salida: De este modo nos perdemos un puente maravilloso hacia el erotismo. La imaginación y las fantasías, nos permiten distraer la mente de pensamientos perturbadores; nos dan la posibilidad de desinhibirnos, y llevar el deseo hacia un lugar más creativo y menos concreto. Son el canal más rico y el lugar donde la erótica se mueve a sus anchas.

Manía 7

Problema: Nos molesta o enoja la insistencia de los varones de incluir lo pornográfico en nuestra sexualidad.

Explicación: Del mismo modo que con las fantasías, la entrada de lo pornográfico en nuestra sexualidad se opone a la idea del amor como único canal de expresión sexual. En la pornografía la sexualidad es lo real, lo visible, lo verdadero, lo exclusivo. En general nos resulta ajena y nos distanciamos de ella por nuestros temores a identificarnos con esa parte que todas tenemos y que aprendimos tempranamente a reprimir y constreñir. También nos parece que nos da inseguridad el hecho de ver que nuestro varón se estimule con la visión de otras mujeres que no son como nosotras, y por lo tanto descalificamos y enjuiciamos la escena.

Salida: El recurso de la pornografía, tanto visual como escrita, es una herramienta muy rica para compartir en pareja ya que justamente, habilita el juego de lo imaginario, nos permite desdoblarnos y permitirnos asumir el personaje y enriquecernos. Nos habilita a hacer lo “no correcto”, a transgredir, a “hacernos pasar por otras” en esa particular dinámica.

Manía 8

Problema: Nos sentimos mal si nuestra pareja nos viene con una propuesta lúdica (Ejemplo: jugar algún rol) porque nos genera inseguridad y el típico cliché del “no le alcanza conmigo”.

Explicación: Todo aquello que mueve lo esperable y establecido nos asusta. Tendemos a desvalorizarlo como modo de defensa. Es absolutamente erróneo suponer que la inclusión de fantasías, juegos, propuestas creativas de toda naturaleza, implican la tramposa idea de que no somos suficiente estímulo para nuestra pareja. Todo lo contrario. Una pareja que se permite ampliar sus fronteras, jugar con los bordes, es una pareja mucho más sólida que aquella que se queda en una sexualidad doméstica y adecuada (ya que este formato tiende a la larga o a la corta a desgastarse y convertirse en una triste rutina).

Salida: Animémonos a romper mitos, soltar paradigmas establecidos, y encontrarnos en las múltiples mujeres que podemos ser.

Manía 9

Problema: En los peores casos elegimos encontrarnos el día sábado (como tarea a cumplir) así nos lo sacamos de encima.

Explicación: Esto es lo que ocurre cuando después de un tiempo le cortamos las alas a la erótica.

La cercenamos en su capacidad creativa, enjuiciamos su derecho a transgredir, le sacamos misterio, la condenamos a un formato rígido y escaso. Es así como se transforma en la tarea a cumplir. Condenada a una vez por semana como máximo, reducida a dos o tres códigos establecidos. Se convierte exclusivamente en una sexualidad de descarga para el varón y de cumplimiento para la mujer. Esta sexualidad de tantas parejas, rutinaria y pobre, a la larga empobrece el vínculo en todas sus expresiones.

Salida: Es esperable que una pareja que reduce su sexo a este formato construya crisis en otras áreas vinculares (falta de comunicación en general, violencia, infidelidad, resentimiento e insatisfacción personal). Esto es de altísimo riesgo, y se debería replantear el tipo de vínculo.

Manía 10

Problema: Somos menos activas, y siempre esperamos que el otro tome la iniciativa.

Explicación: Nuestra actividad termina concentrándose en la resistencia, en restringir, en desaprobar. Y esto ocurre porque no nos animamos, nos da miedo sacar a la “hembra” que llevamos adentro. Siempre digo que lo más difícil para las mujeres es estar a la altura de nuestro deseo y hacerlo acto. Por eso somos tan talentosas para reprimirlo. Asociamos la entrega al deseo con el descontrol, o con cierta desorganización interna (muy amenazante para nosotras). Y así perdemos la posibilidad del verdadero disfrute, el derecho al placer como propiedad. Y lo que es más, este estilo de sexualidad se transforma en un estilo de vida, haciendo que el placer sea apenas una sorpresa de vez en cuando.

Salida: Al deseo hay que buscarlo, ir hacia él, ponerle voluntad, no esperarlo pasivamente. Hagamos el intento.

La Opinión de la especialista

Lic. Sandra Lustgarten, psicóloga y sexóloga

Ellos necesitan mujeres menos quejosas y más activas y protagonistas.”

Las mujeres solemos tener actitudes contradictorias respecto al sexo y a los mensajes que damos a los hombres sobre gustos y satisfacciones. En general, nos cuesta mucho decir aquello que nos incómoda o lo que no nos satisface y eludimos ser sinceras, buscando excusas sin enfrentar la situación. Es que en cuestión de deseo, la situación se complica porque solemos ser muy contradictorias. Algunas veces la situación de insatisfacción nos hace tomar distancia de las relaciones sexuales, otras no podemos decirle a nuestra pareja lo que nos gustaría, y en general le damos más prioridad a las tareas cotidianas que al ámbito sexual. Lo ideal sería poder dejar las excusas a un lado, porque esta no es la solución. Mejorar nuestra vida es fundamental para disfrutar en todas las áreas; si nos sentimos bien amadas, deseadas y miradas, funcionaremos mejor en todo. Tenemos que darnos permiso para disfrutar del sexo en toda su dimensión, dejando de sentirnos víctimas de lo que no nos sucede, y siendo protagonistas de nuestra sexualidad. Los hombres se enamoran de las mujeres que saben seducirlos, que los vuelven buenos amantes y les nutren la autoestima. Los escapes femeninos solo atemorizan al varón, lo disminuyen en su calidad de hombre, y lo limitan en el terreno sexual. Ellos necesitan mujeres menos quejosas y más activas y protagonistas.

 

 

Fuente: revistabuenasalud.com



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