El machismo es uno de los mayores obstáculos para la detección precoz del cáncer de mama, según Felicia Knaul, economista a la que hace cinco años le diagnosticaron la enfermedad y que ahora lucha para que las mujeres pobres tengan las mismas oportunidades que ella de sobrevivir.
Knaul, ciudadana canadiense-británica y fundadora en México, su país de adopción, de la ONG "Cáncer de Mama: Tómatelo a Pecho", presentó en la Organización Mundial de la Salud (OMS) su libro "Beauty without the Breast" ("Belleza sin el Pecho"), en el que relata su combate personal contra el mal que más temor causa entre las mujeres.
Dedicada veinte años a reforzar los sistemas de salud para que sirvan mejor a las familias de menos recursos, la economista -esposa del exministro de Salud de México, Julio Frenk, y madre de dos niñas- fue diagnosticada de cáncer de mama a los 41 años.
Tras un tratamiento agudo superó la enfermedad, aunque arrastra duras secuelas, que incluyen "una mastectomía completa, radical del lado izquierdo, y una reconstrucción parcial", explica en una entrevista con Efe.
Su experiencia, que combina los puntos de vista de diseñadora de políticas de salud, enferma, superviviente, y ahora luchadora por las mujeres que no tienen voz, le ha llevado a constatar que el machismo se erige como una terrible barrera para el diagnóstico precoz del cáncer de mama en distintas partes del mundo.
"Cuando estoy frente a las mujeres y les explico que detectar un cáncer de mama a tiempo implica una posibilidad de recuperación del 99 por ciento, frente a un 30 por ciento en el caso de detección tardía, y luego les pregunto si van a acudir a consultas preventivas, no quieren ni oír hablar de esto", comenta.
La razón es "el miedo al abandono de la pareja o de la persona que les ayuda con los hijos", explica.
En el imaginario de las mujeres, cáncer de mamá rima con muerte, con pérdida del cabello (consecuencia de la quimioterapia), pero sobre todo con la ablación de uno o los dos senos, todas ellas imágenes asociadas al estigma que causa esta enfermedad.
"La verdad es que ni los hombres, ni la sociedad ni nosotras mismas nos aceptamos sin senos, y uno de los mensajes más profundos de mi libro es que una mujer es mucho más que sus pechos", dice esta economista, directora de la "Iniciativa para una Equidad Global" de la Universidad de Harvard (Estados Unidos).
Knaul destaca que el componente socioeconómico es claramente identificable en la detección del cáncer de mama, que es tardía cuanto más pobre es la víctima.
"En México, la detección tardía se puede trazar de norte a sur. En el norte es más probable la detección temprana y cuando se llega al sur, la tasa cae al 50 por ciento", dice.
A nivel global, la tendencia es similar y "la probabilidad de morir de un cáncer de mama en un país pobre es el doble que en un país rico", agrega.
"El machismo, la discriminación y el estigma existen en todas las sociedades, en todos los países, aunque reciban distintos nombres, pero la mujer los sufre más en sociedades con menores recursos y sin leyes que las protejan", comenta la autora.
"Cáncer de Mama: Tómatelo a Pecho", la ONG creada por Knaul, centra su trabajo en contrarrestar la desinformación y convencer a las mujeres de la importancia de la detección temprana, de conocer y detectar cambios en sus cuerpos y de rechazar la discriminación.
"Aparte del estigma y la falta de información, nuestras mujeres no saben qué significa tener una bolita en el pecho, que deben revisarse y que tienen derecho a reclamar una exploración clínica de la mama en una consulta médica. Se puede hacer mucho antes de una mamografía", asegura.
Con esta visión, la ONG mexicana ya está compartiendo su experiencia en Costa Rica, la República Dominicana, Perú y Colombia, en colaboración con otras organizaciones civiles.
Además, está previsto que antes de finales de año lance una investigación en Brasil y México sobre las necesidades en términos de salud pública de las supervivientes de cáncer de mama. Este es un ámbito donde prácticamente todo está por hacer, incluso en los países ricos.
La idea es que una vez terminado el tratamiento, la superviviente vivirá muchos años más, pero con las secuelas de la enfermedad y del propio tratamiento, precisa Knaul.
Knaul es justamente eso: una superviviente, y en su libro "Beauty without the Breast" dedica una sección entera a este grupo de pacientes, que cada vez es más importante.
En esta obra, rinde también tributo a su esposo, que dejó el cargo de ministro de Salud apenas un año antes de que a ella le diagnosticaran el cáncer y quien "enseñó a nuestras hijas que una mujer puede ser guapa sin senos, sin cabello, gorda o con otras dificultades del cuerpo", según recuerda con orgullo.
EFE